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viernes, 8 de octubre de 2010

CREANDO PUENTES DE SOLUCIÓN



Cuando retrotraemos nuestra mirada hacia el pasado, a un pasado contabilizado en términos de eso que los humanos conocemos como: centurias o siglos, nos chocarían “dicotomías” un tanto peculiares; en esos escasos pocos cientos de años de nuestra pasada historia existía una gran tensión mental, de credulidad y de enorme choque emocional especialmente en el tema religioso (de obscurantismo), de ahí tanta barbarie y tanta sombra secular, referente muy concretamente a lo que hoy conocemos como: espíritu y materia o en otras palabras: Dios y el hombre… Arduos esfuerzos de eminentes mentes de todos los campos del saber humano y de multiplicidad de disciplinas, removieron con ahínco –metieron literalmente el dedo en la llaga- para ir creando puentes de entendimiento, comprensión, y más luz entre aquellos milenarios “frentes de lucha”.

Últimamente merced a la silenciosa y cada vez más numerosa colaboración de anónimas personas, gracias a sus oraciones, a sus meditaciones, a sus reflexiones de viva voz y escritas, y a las sabias deducciones –de unos pocos iluminados-, aquella vieja dicotomía del principio, aquella ancestral concepción de la realidad, está desmoronándose abiertamente ante nuestros ojos al crearse nuevos puentes de solución, que son los puentes del entendimiento y raciocinio. Éstos, los puentes, comienzan a vislumbrarse como ideas reveladoras ante esta dramática crisis planetaria, una crisis más de valores que real, si bien por la ley de precipitación que rige la Ley Divina, comenzó en el mundo de pensamiento y lloviendo más tarde sobre las emociones colectivas humanas, las disparó en muchos casos hasta el descontrol total…, manifestándose físicamente ya más debajo de la escala: mente, emoción, plano físico…, -en cosas muy prácticas y tangibles- como las bien conocidas de: dinero, trabajo, etc., y en problemas de: la educación, relación humana, sanidad, filosofía, ciencia, política, economía…, y así un largo etcétera, con todas las “patologías acompañantes” de estas realidades ya totalmente cristalizadas en la solidez de la materia…, haciendo realidad aquella ancestral lucha casi “in eternis” entre lo obsoleto y caduco, y lo presto a ser reconocido: un nuevo futuro por nacer.




El Gran Maestro que lo fuera El Cristo, expresó que en esta Nueva Era “todo sería nuevo”…, nosotros añadiríamos como nuevo: la aceptación de lo sagrado y de lo divino de la materia (rompiendo por ello aquel viejo molde antes descrito), ya que uno y otra son sinónimos, el espíritu no es sino materia pero en mayor estado de vibración; cumpliéndose por tanto el postulado de la ciencia que E=mc2. Todo…, absolutamente todo…, debe ser “irradiado con una nueva luz” –si se nos permitiera utilizar tal término-, para que brille y sea correctamente utilizado y gestionado… Esto podría describirse como: Divinizar la Materia pero en el buen sentido de la palabra. Por lo anterior algo tan controvertido y “material” como el dinero incluso recuperado de actividades antes delictivas puede ser puesto en circulación y transformado en correcta actividad, correcta gestión del medio ambiente, correcta educación, correcta sanidad pública natural, -donde prime la prevención, y la ética última sea la salud humana y no el enriquecimiento de unos pocos – (se encuadren donde se encuadren). Éste como muchos ejemplos implicaría que nada debería ser susceptible de ser rechazado y menos, respecto al dinero, cuyo poder “per se” tiene que regresar y ponerse en las manos de sabios gestores, donde la apreciación sea de conjunto y nunca la primacía de lo individual -en cualquiera de los poderes humanos: riqueza personal, política, conocimiento, economía…

Por todo lo anterior, lo mismo el conocimiento y aquello que conocemos como: creatividad, talento y creación artística –los fueros-, los recovecos de antiguos valores como: derechos establecidos de cualquier índole, tendrán que ser sacrificados en la nueva pira, en el nuevo altar del amor planetario. Esa idea de lo tuyo y lo mío, o yo lo pensé antes y por tanto me pertenece –o lo que es lo mismo: todos debéis pagarme por mi genio y talento hasta el final de los tiempos…, no conduce a lugar alguno…, sin que ello quiera decir tampoco que exista esa pequeña parcela de lo privado, y el reconocimiento público y general por la contribución de ese ser humano en particular al conjunto más general. Sería bueno recordar como colación a esto último expuesto, que demasiados artistas murieron en la más cruda miseria, llevaron existencias paupérrimas de penuria inaguantables sin que se les reconociera sus obras en vida, a la vez que muchos “vividores” que en vida les atacaron abierta o solapadamente, prosperaron vilmente más tarde de sus obras póstumas -alimentándose de las herencias del genio (de la luz de otro ser humano) esto es algo así como un enquistado tumor de hipocresía sistémica de la sociedad y nadie es susceptible de estar curado…, tampoco sociedad alguna.

                          

Si como se nos dijo la Nueva Era deberá plasmar el espíritu de síntesis planetaria que implicará: armonía, belleza, orden correcto natural, justicia y libertad, distribución equitativa y sabia gestión de los recursos de la Tierra…, esto nos indica que algo nuevo está a punto de nacer, de salir a la luz. Al igual que ocurre químicamente cuando tomando dos elementos químicos diferentes y separados se les aplica un proceso de sinterización industrial, donde ese algo “sintetizador”, cataliza, une o casa lo viejo y separado y surge una unidad, un producto nuevo y diferente… Así como la tierra, el suelo de cultivo planetario tiende a lo verde, es decir, intenta llenar de vida vegetal todo el espacio, cubriéndose su desnudez con belleza, vida y color vegetal y animal, así también los extremos beligerantes planetarios y de signo y color diferentes son los agentes inconscientes de ese nacimiento presentido y esperado, que justo está a la vuelta de la esquina.

En las dicotomías de la actual crisis planetaria el hombre está aprendiendo rápidamente al observar los dos frentes encontrados: lo más solidario y por tanto radiante (representando al espíritu) y lo más materialista (representando a lo más terreno). No le queda a “ese caminante planetario” medio sino aceptar la fuerza de los hechos; por un lado desearía escapar y ser libre, convertirse en espíritu, pero no puede atrapar o afianzar en sí mismo, lo que para él no es sino una vaga esperanza o todo lo más un sueño de futuro y por otro lado se niega a que la materia “le remodele” a su antojo…, no quedándole sino el remedio intermedio: intentar “apropiarse del espíritu” y aprender a convivir con él, integrarlo en sí mismo, intentar por tanto ser cambiado por lo divino y elevarse para ver cuál es la verdad de sí mismo y de los demás.

Ese Nuevo Orden ya se vislumbra en el horizonte humano, no todo está perdido…, cualquier colaboración con la luz potencia la luz conjunta de todos y el tren de la evolución da un diminuto paso adelante.


                             

No cae en saco roto cualquier pequeño esfuerzo individual o de grupo siempre que éste tenga como meta los más elevados principios y pensamientos de paz, amor, solidaridad, buena voluntad y universalidad para el ser humano y para el ambiente natural planetario… Al precipitarse más luz de “lo alto” es cierto que vemos más suciedad y podredumbre donde antes creíamos que existía inmaculez de actuación humana y tendemos a caer en el desaliento si vemos la debilidad humana en todas sus formas…, pero todo esto es temporal –no juzguemos y avancemos- ya que después de la encarnizada contienda lo que permanecerá será: lo auténtico, lo real, lo puro, lo santo y lo bueno que late en lo más hondo de todo corazón humano…


J.V. Shana S.