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domingo, 18 de noviembre de 2007

FENOMENOS CLIMATICOS ACTUALES





Vicente Beltrán Anglada: El hombre es el constructor de la naturaleza aunque no se dé cuenta, y la naturaleza cumplirá su verdadera función cuando el ser humano esté tratando de organizarse socialmente hablando, en forma colectiva. ¿Por qué existen inundaciones, volcanes, terremotos y conmociones sociales? Porque el ser humano que es el centro de la evolución planetaria no ha cumplido ni cumple adecuadamente su misión. Entonces, cuando estemos integrados en valores absolutos será cuando cumplamos con nuestra misión, y la naturaleza responderá a esta misión. Pues como decía anteriormente, el hombre piensa y el deva construye: el viento, la lluvia, los rayos, los terremotos forman parte del destino de los devas, un destino que nosotros estamos escribiendo en los éteres del espacio [...] pues siempre la energía de los devas sigue al pensamiento de los hombres. Así, otro motivo de gran responsabilidad: somos responsables de lo que ocurre en la naturaleza, podemos crear un campo fértil si lo amamos, o bien lo haremos árido y estéril, si no existe amor en el corazón. Este es el punto de contacto del hombre con el ángel. No olviden esto.

LA ATLÁNTIDA Y LAS GALERIAS SUBTERRÁNEAS


Otra de las tradiciones ocultas enmarcadas en ma­ravillosas narraciones y leyendas del pasado, asegura que algunos de los supervivientes de la Atlántida de­bieron su salvación "del furor de las aguas "al conoci­miento que tenían de ciertas profundas cuevas y caver­nas, surcadas de larguísimas galerías, que conectaban por debajo de los océanos algunos misteriosos puntos geográficos y magnéticos del desaparecido Continente Atlante, con la esfera periférica de Shamballa.

Esta versión que al examen superficial puede aparecer como descabellada, absurda o incoherente, puede te­ner otro significado si se la estudia desde el ángulo eso­térico y considerando que el cuerpo físico de la Tierra —a igual que el cuerpo físico humano— está surcado por una infinita cantidad de galerías y redes subterráneas que pueden representar para el planeta lo que los alvéo­los pulmonares, venas, arterias y filamentos nerviosos son para el cuerpo del hombre.

Extremando un poco la imaginación —y hay que tener mucha y muy profunda imaginación en todo cuanto hace referencia a Shamballa— podríamos considerar que cienos cualificados Iniciados. Adeptos y Devas, pueden utilizar aquellas larguísimas galerías internas para desplazarse por el inte­rior del planeta, de la misma manera que tienen el poder y la facultad de ' viajar por el aire'... Entendemos que esto que acabarnos de decir bien merece una profunda meditación pues utilizando como punto de partida esta idea podría obtenerse una muy clara comprensión del misterio de intercomunicación que mantiene estre­cha e indisolublemente unidos a los reinos, razas y es­pecies que realizan su evolución espiritual en el interior del "circulo-no-se-pasa" de la Tierra.

La salvación y la supervivencia de muchos de los componentes de la gran civilización Atlante, "los hom­bres justos de la Tierra" —mencionados en la Biblia—que no habían contribuido con sus acciones a crear el horroroso karma grupal de aquel gran Continente, "fueron marcados con la cruz radiante de los elegidos y salvados del incontenible furor de los desatados elementos" (Del Libro de los Iniciados). El Bien, sea cual sea su fuente de procedencia, ha de ser salvaguardado, y el Mal, sea cual sea su origen, ha de ser destruido para que puedan afirmarse en el planeta los poderes de la luz y de la verdad. Ya sea por medio del "Arca de Noé", que simboliza la ruta por el mar seguido por mu­chos de tales supervivientes, a través de inmensas y desconocidas galerías que bajo la profundidad de los océanos conectaba el Continente Atlante con ciertos defini­dos puntos del gran Reino de Shamballa o "arrebatados por Carros de Fuego" provenientes del Espacio, los hombres justos de la Tierra que practican el Bien, los humildes de corazón, que son "la sal de la Tierra" y los sanos de mente y corazón que constituyen el tesoro per­manente de la inteligencia humana, han de ser salvaguardados y protegidos del mal que afecta al gran conjunto planetario, pues son las simien­tes vivas de los bienes inmortales del Espíritu aquí en la Tierra, la garantía suprema de la perpetuación de los Misterios de Shamballa a través de las edades.. .

Fuente: Los Misterios de Shamballa, de Vicente Beltran Anglada, pp.38-40

UNA EXPERIENCIA EN SHAMBALLA

Caverna ubicada en Chapada Diamantina (Brasil)-Lapa Doce, notar sus dimensiones comparando con el tamaño de un ser humano

"...El día que pude introducirme en una de aquellas misteriosas galerías subterráneas, iba acompañado por R., mi amigo hindú, un Iniciado en los altos misterios de la Logia y un valioso colaborador en la obra del Maestro. Hace de esto muchos años pero guardo de aquella experiencia mística de Shamballa un recuerdo imborrable.... Las paredes de aquella galería por la que habíamos penetrado, refulgían intensamente reflejando una intensísima luz azulada pero que, curiosamente, no hería mis percepciones visuales. No surgía aparentemente de ninguna lámpara, lo cual no dejó de intrigarme aunque no hice pregunta alguna al respecto a mi ilustre guía quien, como si me hubiese escuchado, me dijo sonriendo: "Esta luz es consubstancial con el éter, la substancia primordial que llena todos los universos, la cual, en este nivel donde nos encontramos, emite una substancia radiante desconocida por completo por los científicos del mundo, que ilumina todos los cuerpos que logran introducirse en él o que forman parte de su contenido. La luz eléctrica utilizada en el mundo físico debe ser canalizada o distribuida por medio de cables y complicados sistemas de conducción. Sin embargo, en los niveles sutiles del plano físico, la luz es producida por la fulguración del éter o materia radiante y constituye la base de la iluminación en tales niveles. El tono azulado de esta irradiación que percibes es una característica radioactiva del subplano etérico donde nos hallamos. Cada uno de los subplanos de cada plano en la vida de la Naturaleza ofrece una definida particularidad lumínica y es precisamente por esta luz que irradia de estas fuentes, que sus características vibratorias pueden ser definidas y cualificadas por los hábiles observadores.


"Antes de introducirnos en esta misteriosa galería a la cual hago especial referencia por constituir una experiencia personal muy directa, nos encontramos ante una pesada puerta de piedra de unos tres metros de alto por dos de ancho. De espaldas a ella y mirando hacia nosotros en actitud fiera y con disposición de atacarnos, dos gigantescos ASURAS, nos cerraban el paso. Iban armados con lo que a mí me parecieron sendas horcas o afilados tridentes, cuyas agudas puntas de un metal muy brillante estaban dirigidas hacia nosotros. Bastó sin embargo, que mi amable guía pronunciase un indefinible aunque agudísimo mantram para que depusiesen inmediatamente su actitud y se apartasen respetuosamente cada cual a un lado de la puerta. Esta fue abriéndose entonces silenciosamente y penetramos en otra galería menor que nos condujo a una estancia muy espaciosa e intensamente iluminada donde se hallaban reunidas muchas personas todas ellas en místico y religioso silencio. Nadie pareció advertir nuestra presencia pero mi amigo R. tomándome del brazo me condujo a un lugar determinado donde pude distinguir a algunos de mis condiscípulos más avanzados del Ashrama, quienes me sonrieron muy afectuosamente. Esta fue la primera vez en esta presente vida que penetré conscientemente en uno de los Santuarios secretos de Shamballa. Me enteré a su debido tiempo de que aquella "Estancia" estaba destinada a infiltrar fuerza y responsabilidad en el alma de los discípulos espirituales del mundo, convenientemente cualificados en el orden interno. La Fuerza y la Responsabilidad constituyen los dos ejes mágicos de la evolución superior del discípulo, alrededor de los cuales se van tejiendo sus características de Servidor del Plan.

"No creo traicionar secreto alguno de orden iniciático al referir lo que aconteció en aquella misteriosa estancia...

Asuras: Gigantescos devas lunares, habitantes de las profundas capas del subsuelo de la Tierra, llamados ocultamente a veces "Guardianes de los Tesoros Ocultos".

Fuente: Los Misterios de Shamballa, de Vicente Beltran Anglada, pp. 17-19

Los 'Asuras' costructores de galerías subterráneas


"Son apreciadas así en ciertas especiales circunstancias unas extrañas criaturas, de no muy agradable aspecto, que habitan en las grandes y profundas simas planetarias, en los insondables e insólitos abismos subterráneos y en los oscuros laberintos situados en las capas más hondas del suelo. La misión de tales elementales, algunos de ellos de forma casi humana, aunque de gigantescas proporciones, es permitir "la aireación" del vasto cuerpo de la Tierra.

"Cuando se hunde alguna de estas inmensas cuevas subterráneas se originan los terremotos y los maremotos, las precipitaciones de tierra, los aludes, etc., y los daños que originan en la superficie y las pérdidas de vidas humanas nos informan de una ley kármica sabiamente manejada por Aquéllos que son los Responsables Augustos del destino planetario. Estas criaturas dévicas de las grandes profundidades manejan un extraordinario poder en el nivel etérico en donde actúan. Sus cuerpos están construidos de materia semidensa y trabajan –buscando aquí su analogía más sencilla de acuerdo con nuestros conocimientos– a la manera de los topos, es decir, construyendo cuevas, galerías, subterráneos y profundisimas grutas. Puede percibírseles en grandes grupos o concentraciones trabajando intensamente en aquellos "lugares del planeta" donde por "presión kármica" deben producirse grandes cambios o reajustes en su superficie. Como he dicho anteriormente, algunos de tales Devas son de gran tamaño y, al parecer, constituyen una Jerarquía que comanda o dirige a otras fuerzas menores en la labor de ajustar el proceso kármico a las necesidades evolutivas del Planeta, el cual, como sabemos, es el Cuerpo físico del Logos planetario de nuestro Esquema Terrestre."

Fuente: La Estructuración Dévica de las Formas, de Vicente Beltrán Anglada pp. 62-63