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miércoles, 18 de agosto de 2010

HACIA NUEVOS PARADIGMAS

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Cada año principalmente en la época veraniega, en múltiples parajes de todo el mundo se reúnen incluso muchos cientos de piragüistas y practicantes de rafting para divertirse o competir deportivamente en la bajada de muchos ríos en todos los continentes del mundo.

En el descenso del río, con sus tramos de aguas tranquilas, como en el de aguas vivas, arremolinadas, de rápidos, rompientes y cascadas, etc., como suele ocurrir en el río de la vida, también existen similares o iguales etapas de variadas dificultades; sin embargo no todo puede sortearse por la fuerza física e inteligente predisposición a la aventura del río, sino quizás lo que es más importante: la sabia colaboración de otras manos, de otros palistas, que deberán bogar o ciar juiciosa y sincrónica o asincrónicamente dentro de un ritmo establecido con el otro navegante fluvial para sacar más de una vez a estos intrépidos de peligrosas zozobras, atolladeros singulares en los rápidos y salvarse de las mordientes rocas del oculto lecho fluvial.


El río de la humanidad planetaria de este 3er milenio, como un todo, se debate en auténticos retos de supervivencia…, desastres por doquier que pese a quedar allende nuestras fronteras a miles de kilómetros de distancia, salpican cada vez más al conjunto humano. La evolución es imparable, este hecho no obedece a un capricho y estrecho pensamiento personal sino que nace de la propia dinámica planetaria al saber que cada segundo nuestro planeta es “bañado” por nuevas y distintas energías cósmicas; los cielos de esta pequeña isla de vida cósmica nunca están en el mismo lugar que segundos antes, pues en su sempiterno fluir y navegar en la órbita solar sabemos viajan alrededor de 29,2 kilómetros por segundo, y esto lleva haciéndolo durante miles de millones de años. El espacio/tiempo es diferente e indica que nada debe frenarse ni detenerse, ni siquiera el pensamiento.



Cada instante “nuevos cielos” introducen sinfónicas notas energéticas de distinta procedencia, -aquello que algunos filósofos denominaron: la música de las esferas-, llámesele a esto: rayos cósmicos, gamma, rayos X, emisión en el infrarrojo, efecto de expansión cósmica, partículas subatómicas, viento solar, etc. Por todo ello implica lo absurdo del inmovilismo doctrinario de cualquier tipo (se sitúe donde se sitúe), en las distintas esferas de proyección humana: social, política, económica, religiosa, filosófica, científica,... La VIDA (en mayúsculas) nos habla de nuevos conceptos, nuevos paradigmas, nuevas palabras y/o energías como: interrelación frente a boicot, aperturismo y colaboración frente a dogmatismo, sabiduría frente a ideología caduca, cooperación frente a partidismo, sostenibilidad frente a destrucción de ecosistemas naturales y humanos y así un largo etcétera… Nada es igual “in eternis” y “per se”, los fundamentos ideológicos que antaño fueron útiles a la humanidad al igual que los ropajes antiguos necesitan ser renovados y los roperos llenarse de vestidos nuevos, modernos, relucientes y con nuevos colores más adecuados a la época.



El desierto africano compete también la vida del europeo o americano medio. Los vientos extremadamente cálidos que asolan cíclicamente países y latitudes más septentrionales no conocen fronteras (afortunadamente –aun para nuestra desgracia) y llevan la desertificación allá donde se asientan. Dichas fronteras están impuestas por la equívoca gestión del hombre y no por las leyes naturales que rigen nuestro planeta, el ser humano está demasiado embebido en sus circunloquios evasivos de: autocomplacencia, poder, afirmación obsoleta del yo y otras “patologías o derivas psicológicas y/o mentales”…, en conclusión: todo puede ser justificado, -cualquier cosa-, incluso las más atroces, desde ciertas instancias que en el fondo no pretenden sino mantener el “status quo” –enmárqueselas donde se las enmarque. El proselitismo y adoctrinamiento existe en todas las esferas de relación humana de la índole que sea. Por ello la ciencia del corazón (la sabiduría) que conduce al amor y a la fraternidad planetaria tiene tantos enemigos que boicotean en contra de su libre implantación planetaria. La opulencia y suntuosidad “sacerdotal” no se constriñe solamente a la religión.



La nueva visión holística del nuevo milenio no podrá plasmarse hasta que ese reducto individual, sagrado, divino y eterno que gestiona, energetiza y da vida a todo ser vivo (humano o no humano) y presente en cada corazón, confraternice empáticamente de igual a igual con su semejante, con el corazón de enfrente con iguales o similares “amarguras, aspiraciones, deseos y sueños”.

Esa relevancia de la que acabamos de hablar es difícil de alcanzar porque por comodidad social preferimos ocultar “lo que sentimos y pensamos desde y en el corazón”, ¡hay tanto en juego!..., nuestro trabajo, profesión, lugar o escalafón donde las circunstancias nos han situado, “amigos” que decimos tener externamente… La tan controvertida palabra “compañero/a” se utiliza coloquialmente pero el hecho es que no es sino una coletilla social descafeinada y blanqueada por las apariencias y en fondo muy pocos se fían abiertamente de quienes denominan… “compañeros/as”… ---así nos va---.

Mientras tanto el planeta sigue dándonos lecciones cada vez más fuertes e intensas. Hoy los vientos hostiles aquí y mañana pertinentes sequías allá, o inundaciones extremas en el lejano oriente que se cobran miles de vidas. Calores “casi viscerales de nuestro Sol” en el hemisferio norte planetario versus fríos de vacío cósmico en el sur.



El planeta desea integrar a sus gentes, a todas sus criaturas…, ya no soporta por más milenios nuestra hipocresía cultural, ni estrechez de miras pensando sólo en el futuro inmediato; esos extremos cortantes de expresión como: abundancia-escasez, manipulación colectiva versus elevación individualidad consciente de su potencial, odio versus fraternidad, opulencia versus clases paupérrimas… ¡algo falla en todo esto!

Los remeros de aquella hipotética piragua, (nave personal) del inicio, ya saben lo que deben hacer. Nada sacamos con criticar la brizna de paja en el ojo ajeno si obviamos el camello que llevamos a la espalda. La VIDA es lo que es, nosotros no somos sino simples “caminantes y navegantes” de un tiempo que nos tocó vivir. De lo que hagamos con nuestra gestión del tiempo y conciencia dependerá nuestro desarrollo tanto humano como planetario y no de otras personas, de otras tierras u otras gentes, es el trabajo de uno mismo y para uno mismo.

Dejemos de colocar etiquetas, de crear dicotomías entre: los buenos y los malos (que ¡curiosamente! siempre son los otros: culturas, países, gentes). El Sol calienta por igual a todos y sale todos los días; de no darnos cuenta de esta sencilla realidad no se podrán desarrollar los nuevos paradigmas de la Nueva Era: fraternidad planetaria, interrelación, compartir justo de las riquezas de la tierra, sostenibilidad ecológica, desarrollo armónico, alimentación, comercio justo, sanidad y educación para todos…