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sábado, 6 de agosto de 2011

LA PALABRA


Conforme va adelantando nuestra cultura en la comprensión de fenómenos tecnológicos, vamos a la vez interpretando verdades antiguas, conceptos un tanto extraños sin una verdadera integración espiritual, una integración que conduce a la comprensión iniciática…




Antes de adentrarnos en más elevadas cuestiones reflexionemos cómo esta civilización contemporánea, moderna y abierta a toda innovación ha perdido sin embargo la grandeza que nuestros ancestros poseían y que era un legado de las culturas primigenias humanas, lejanas aquéllas de estos fueros de debate, de páginas de internet y de transmisión del pensamiento a la velocidad de la luz por todo el planeta, pero que mantenían en sí misma el tesoro del pasado, que no era sino… el poder de la palabra, el valor de la palabra.


El poder de la palabra que nos avenimos a reflexionar aquí y ahora, no era lo que más adelante iremos recordando, sino cómo ellos, nuestros antepasados, eran capaces de vivir o morir por la palabra dada, pues sabían en lo más recóndito de sí mismos que algo de verdad había en estas cosas sobre la palabra y el poder implícito en ellas. De ahí que una palabra dada ante dos testigos y un apretón de manos valía más que todo el complicado entresijo de las montañas de documentos legales de nuestros tiempos donde el delincuente aparece como alma castigada por el destino y la pobre víctima es vilipendiada si se atreve a enfrentarse al “poder legal”…, la sociedad nos muestra cómo la mentira ha acampado, cómo la hija (mentira) ha sustituido a la madre (verdad) y cómo la palabra era el testimonio fidedigno y preciso en toda relación humana incluso entre las gentes sencillas, pero no por ello, con profundísimos valores arrastrados desde las fuentes lejanas de la historia humana hasta nuestros días… Esto algún día se reconocerá y las montañas de papeles de hoy serán sustituidas por los hechos inequívocos de los actos humanos y qué les impulsó a hacerlos… pues será vista el aura humana y todo quedará a la luz, nadie podrá mentir o esquivar la retribución que merezca todo acto para ser redimido por el castigo necesario y proporcional al dolor infringido… recordando aquello que expresó el Maestro en Galilea… “la verdad será vista sobre los tejados”…








 
Ya un poco despejado el bosque de la “ordenada y legal” anarquía presentes, deberíamos recordar siquiera someramente ciertos principios, ciertos recuerdos o “ecos del pasado” que históricamente se han reflejado en los textos de ciertos libros transmitidos por los profetas de todo tiempo, cultura y raza humana… Casi sin excepción atribuían a La Palabra un poder enorme y de ahí que en muchas escuelas de misterios, e incluso de filosofía se exigía a los aspirantes un silencio obligado y total, donde no se les dejaba pronunciar palabra alguna, durante años incluso, antes de que se les comenzase a instruir en las diversas disciplinas científicas pues sabían del poder del conocimiento y cómo éste, puede ser tergiversado y emplearse lo que fue pensado para el bien hacia direcciones contrarias a los principios de fraternidad, amor y buena voluntad de quienes idearon o recuperaron esos antiguos conocimientos para ponerlos al alcance de los merecedores y los justos y no de otros. No obstante hoy el conocimiento es de libre expansión planetaria y de ahí también que de momento ambos caminos: bien y mal, correcto e injusto, cabalguen a la vez sobre la misma montura.



Hoy conocemos a través de nuestra moderna cultura tecnológica que las señales radioeléctricas son las que mueven o activan casi todos los aparatos de ésta nuestra cultura contemporánea como: teléfonos móviles, televisión, radio, satélites, aviones, barcos, electrodomésticos diversos, etc., que en mayor o en menor medida tienen en sus cerebros de manejo o navegación ciertas tarjetas con microchips las cuales a su vez, interpretan cada señal y de cada una de éstas surge la orden determinada para activar los servomecanismos adscritos a ellas y así hacer la respectiva maniobra, el consiguiente trabajo, la consecuente imagen en la pantalla del televisor, la consiguiente derrota de la navegación aérea o marítima, etc., y de ahí que surja la subsiguiente apreciación y pregunta ¿qué es…, qué son éstas radiofrecuencias?---

Abstrayendo todo el conocimiento tecnológico y radioeléctrico asociado a estas señales y cómo se propagan por la ionosfera o sobre la corteza terrestre, en definitiva no son sino ondas, algo muy parecido a las que observamos cuando tiramos una piedra sobre un remanso de agua y vemos cómo el agua sube o baja formando ondas o crestas y se propaga desde el punto de impacto (fuente radiante) hasta la periferia…, más o menos todo es igual, y dependiendo de la frecuencia si la aumentáramos se convertiría en luz visible o decreciéndola se convertiría en sonido audible. El comportamiento a grandes rasgos es así, pero no son sino fuentes de energía que dependiendo de su tipo de crecimiento y decrecimiento y de cómo arrastran pequeñas modulaciones (informaciones) en esas crestas visibles o no, al final en la fuente receptora se puede interpretar qué se quiso decir en un principio cuando esa “hipotética piedra” esa “información precisa” “se precipitó” sobre el remanso de agua estancada y tranquila (ionosfera, espacio, etc.)





El sonido es un tipo de onda que dependiendo de su frecuencia, duración, intensidad y modulación específica, lleva consigo una información. Por tanto la palabra que va asociada a él, no es sino una coordinación inteligente de todo lo anterior, y éste el sonido o su correlación, la palabra, pueden, sabiéndose las claves, ser utilizados para grandes cosas…, y aquí comenzamos a sondear el mundo de lo sagrado y divino y, en cierta medida, a ir comprendiendo por qué a los iniciados se les exigió siempre un voto de silencio pues se les comunican ciertas fórmulas, ciertas palabras de pase, que similarmente a las frecuencias irradiadas desde nuestras llaves electrónicas de nuestros modernos automóviles, son capaces de “abrir o cerrar” las puertas de los mismos para evitar que manos ajenas y no deseables tengan acceso a lo más querido por nosotros, en este caso, nuestros modernos vehículos que nos son necesarios para ganarnos el sustento diario mientras sea necesario este tipo de vida... Al igual que en esta breve metáfora aclaratoria que acabamos de ilustrar, la palabra de pase, la llave de pase, o la palabra de poder, actúa sobre determinadas fuerzas de los distintos planos que intervienen en la materia y de ahí la enorme responsabilidad del iniciado al cual sólo se le comunican “estas frecuencias” “estos sonidos” o “estos mántrams” o “fórmulas mágicas” si aparece ante su Maestro como digno candidato a este conocimiento, y de ahí también que se diga insistentemente que antes que los ojos del aspirante puedan ver el rostro de su Maestro espiritual deben ser incapaces de llorar por propias desgracias, y sus labios deben haber sido sellados ante la injuria y la ofensa de palabras a otros seres humanos o las distintas vidas que con nosotros navegan en esta hoy doliente esfera física… pero aun así, y por precaución, no se les da de una sola vez toda “la riqueza espiritual” del conocimiento sagrado y sólo en sucesivas vidas, después de ingentes esfuerzos y dolores, se les va comunicando grado a grado, las distintas palabras, los distintos sonidos, los distintos mántrams, con los cuales podrá ayudar al Gran Ser Planetario a empujar la evolución hacia el bien, la justicia, la verdad y el amor… que es el fin último de la evolución planetaria.



Además de todo lo anterior, de la comprensión de la gran responsabilidad del incipiente discípulo aceptado, -aquel o aquella-, que habiendo sido purificado por las fuerzas del alma y de su personal destino aparezca diáfano, puro y transparente ante la visión interna del Maestro y en cuya aura su promedio de luz y armonía de color reúna o pinte los requisitos o ¨”colores necesarios” para atravesar el umbral y en cierta medida, aunque todavía esté lejos la última perfección, haya superado sus propias barreras, sus propios defectos y, se haya enfrentado a sus propias mediocridades y bajezas, entonces se le dejará intuir el nombre, la palabra, o el sonido más inefable del Sagrado Nombre de Dios, este Dios planetario cuyo representante es Ese a quien externa y con pseudónimo se Le conoce como Sanat Kumara…, entonces dependiendo de la iniciación respectiva se le impartirá el conocimiento específico y la primera o segunda letra de su Nombre Divino, el cual, en sí mismo, tiene el poder para manejar o mandar sobre huestes de elementales, devas, ángeles menores, etc., dependiendo del grado de conocimiento adquirido y por tanto de índole cósmico.


Nada, absolutamente nada, queda al azar, y por ello de la puntual “revisión” del Maestro del ashrama al cual se adherirá el neófito discípulo aceptado en el futuro, cuando dicho Maestro en cierto lugar o plano etérico terrestre observe y revise puntualmente la copia etérica o doble de luz del discípulo construida ésta, por luz y que no es sino una réplica o doble perfecto de todo lo que aqueja o no al discípulo en ciernes, donde nada puede ser ocultado a la visión del Maestro y donde éste, puntual y cíclicamente, si le ve adelantar, proyectará cierta fuerza de su propio patrimonio energético como Alma Liberada e impulsara el aura de tal discípulo, constatando y consultando a su vez ciertas cartas astrológicas de tipo cósmico y figuras geométricas de índole sagrada que nosotros todavía somos incapaces de comprender por implicar concepciones del espacio-tiempo diferentes a las tres dimensiones conocidas y que implican por tanto comprensiones desde una cuarta e incluso quinta dimensión…


“Al principio era el Verbo y el Verbo era Dios”…, tal es así, y por poco que hayamos adelantado en el Sendero nos vamos percatando de cómo, sin quererlo o desearlo, nuestro entorno responde a nuestras propias “palabras”…, pero recordemos también el “sonido” que producen nuestras más íntimas reflexiones o meditaciones, de ahí también que al habernos situado en ese plano mental, que no es sino el habernos sintonizado a una frecuencia determinada, tengamos cada vez más responsabilidad y con dolor y lentitud al principio, con doloroso esfuerzo, porque lo es, dejar nuestros más queridos sentimientos de la esfera humana, nuestras vibraciones o sensaciones más queridas, tengamos que empujar u hostigar a veces con el látigo de la resolución, a los durmientes caballos de la inercia cuando éstos prefieren caminar por más cómodos pastos y no ascender la pesada cuesta del discipulado aceptado que conduce a la iniciación…



Todo es cuestión de palabras, de sonidos, de inercias, y de “sueños de la materia”…, por ello sólo poseemos la fe, la resolución, la aspiración y la voluntad -que no es ésta –-empeñarse a toda costa, hincar los codos- para decir “…debo hacer esto…”, “…me obligo a tal o cual cosa…”, pues al final la fuerza de la Tierra, la fuerza de la carne, la vibración de cada uno de los átomos y electrones de nuestros cuerpos se niegan a obedecer…, sino Esa Voluntad que observa el triunfo del bien final, el ideal presentido, el estar Como Si –ya estuvieras- en el lugar y grado presentido, pues poco a poco y grado a grado, como uno piensa así es él/ella… de ahí de repetir, de machacar, de visualizar y aspirar cada día, en cada momento de nuestra vida…


Inversión de pensamientos


Sí, hay momentos en que todo se confabula para ponerte zancadillas y el discípulo se siente cansado, hastiado, hasta el gorro, lo mandaría todo a paseo… ¿Por qué? ¿Para qué todo esto?... surgen estas preguntas irresolutas en las quebradas de nuestra mente, en las cárcavas de los cañones pétreos de las neuronas cerebrales, entre los desfiladeros y espacios no conquistados y oscuros aún de la masa de materia gris…, pero a lo lejos, al final del gigantesco cañón, del hondo, oscuro y peligroso despeñadero se ve una luz, se escucha un débil y casi inaudible susurro…

”Sigue adelante… sigue adelante”… “no te duermas”… “no te dejes engañar que no puedes”… “sigue…sigue…estoy aquí”…





Allí, después de tan durísimo trabajo interno vemos la luz y pensando en Esa Luz, en Nuestro Maestro, está todo por lo cual hemos soñado y presentido… Esa fuerza que nos impulsa es nuestra fuerza, y esa luz, es nuestra luz… Entonces se nos comunicará la primera sílaba de La Palabra, el primer Sonido Inefable y Sagrado y el conocimiento del auténtico nombre de Nuestro Padre Cósmico, Ése a quien por desconocimiento llamamos con la voz de los sentidos externos: Sanat Kumara, pero antes de llegar a Él, su Gran Hijo y Nuestro Maestro El Cristo, o Cualquiera de Uno, Una, de los Grandes, nos ayudará en el camino y nos reconfortará con Su Luz o con Sus Luces…



Esta es la Voluntad que debe visualizar el discípulo, la discípula, y esas son las primeras “Palabras” que debe repetir incansablemente en su mente… pues la repetición del recuerdo de Uno/Una de los Maestros Ascendidos nos dará la fuerza para proseguir… repitiendo cuando todo parezca desmoronarse a nuestro lado…:



“…Mi Señor El Cristo, bendito sea Tu Nombre y eternamente glorificado…”

“…Mi Señor El Cristo, bendito sea Tu Nombre y eternamente glorificado…”

“…Mi Señor El Cristo, bendito sea Tu Nombre y eternamente glorificado…”



OM…OM...OM...



                           
                                                  Emisario del Arcoiris&Shana