“Es un tanto difícil situarnos allá por el año 813 d.C., y comprobar cómo era lo que hoy es la ciudad de Santiago de Compostela. Según cuenta la leyenda, un eremita en lo que quizá entonces fuera tan sólo una aldea, vio brillar por la noche una estrella que se situaba misteriosamente sobre un campo. Aunque no se explica cómo, allí, en ese campo, se encontraron los restos del que fuera Santiago el Apóstol de Cristo, decapitado en Jerusalén por Herodes”. Estos pensamientos me asaltaban cuando visité por vez primera la ciudad de Santiago de Compostela, cuyo casco antiguo, situado en el otrora “campus stellae”, creció alrededor de aquellos santos restos humanos.
Llegué apenas un par de semanas antes. Mi empresa me envió por primera vez a estas tierras y debería estar allí todo el verano, desde mediados de Junio a finales de Septiembre. Alquilé una habitación en la Rua do Sar, cercana a la Colegiata del mismo nombre. Entre mi apartamento y dicha Colegiata existe un puente por cuyos ojos discurre la calle do Sar, que en la parte superior es atravesada por una moderna avenida. Para ir de mi lugar de descanso al casco antiguo tenía que ascender por una empinada calle que termina en la parte alta de la colina, donde se sitúa la zona monumental e histórica. Una vez arriba iba hacia la izquierda hasta un locutorio telefónico, creo que próximo a la Rua do Franco, y por esta calle hasta el edificio de correos. Allí abrí un apartado postal desde el cual enviaba y recibía correspondencia y paquetes. Los fines de semana por la calle referida solía entrar en algunos de los numerosos restaurantes para tomar unos aperitivos y degustar el sabroso marisco gallego. Después de cenar, especialmente los sábados noche, escuchaba las rondallas de la tuna de Santiago que entonces tocaba frente a la biblioteca, cercana ésta a la Praza do Obradoiro. Dicha plaza parece que fue el centro neurálgico de la ciudad en la época medieval, allí se ponían todo tipo de artesanos y hoy en día todavía persiste cierta actividad un tanto lúdica con sus: músicos, titiriteros, gaiteros, mimos, pintores, bohemios y muchos peregrinos de todas las nacionalidades, que sea año santo o no lo sea, llegan caminando a este enclave, dando un toque plástico, colorista y estético al lugar. Sin embargo a mí me gustaba sentarme en la plaza posterior de la catedral, en la Praza da Quintana dos Mortos. De parte a parte de la plaza existe un banco de piedra para que se sienten los peregrinos y todas las personas que así lo deseen. A espaldas de dicho banco existe el edificio de un convento muy conocido: San Paio de Antealtares. Frente a mí veía la catedral, con una curiosa y pequeña puerta tapiada a ladrillos, que creo que era la denominada “Puerta Santa” que se abre los años de Xacobeo, aunque debo admitir que jamás entendí la dinámica de esta peregrinación ni de la liturgia expiatoria. Aunque no soy aficionado a ello, esporádicamente entraba en la catedral, muy especialmente los sábados al mediodía o los domingos, cuando me enteraba que iban a tocar el voluminoso órgano y poner en funcionamiento el Botafumeiro. El espectáculo me sobrecogía un tanto, cuando apoyando mi espalda sobre algún pilar de la catedral, lo notaba vibrar con las notas graves y prolongadas de los tubos gigantescos cuya acústica producían este fenómeno. Pude extrapolarme en el tiempo e imaginar cuales fueron los sentimientos que pudieron aflorar en los peregrinos del pasado, cuyos sentimientos místicos y espirituales les podrían producir una especie de catarsis emocional ya que entonces la sociedad estaba muy polarizada hacia la milagrería y santería. No obstante era una forma de llegar al corazón de aquellas gentes, la mayoría sencillas...
Miré mi reloj, eran ya casi las 12.30 horas de un sábado soleado de Julio. Tuve a bien recordar la maravillosa acogida y recibimiento así como la hospitalidad de todos los vecinos de mi calle, cuando a los pocos días de estar residiendo allí se celebró la noche de San Juan. Como tuve que subir a la zona alta de la ciudad, conforme iba caminando me invitaban a comer sardinas asadas y mariscos diversos, así que una subida de pocos minutos se prolongó en más de una hora y con el estómago a rebosar, -menos mal que aún no había cenado-.. Estos últimos pensamientos afloraron en mi mente porque en esos momentos del mediodía , de la cocina de un bar cercano salían olores a sardinas asadas y también a diversos mariscos. Desde lo silla y mesa exterior del bar que domina la plaza desde lo alto, y justo enfrente de las escaleras que unen los dos niveles de la plaza Da Quintana , estaba esperando un poco nervioso la llegada de mi buen amigo M.A. que días antes cuando le llamé por teléfono a Palencia, me dijo que vendría a saludarme y aprovechar unos días para descansar en Santiago. Como su disponibilidad económica era buena le reservé habitación en el Hostal de los Reyes Católicos , yo sin embargo estaba en un pequeño pero confortable apartamento de estudiantes que pocos días antes se quedó vacío, pero el piso me gustaba. Lo único y verdaderamente importante en esos momentos era que se mantenía y fortalecía un muy alto grado de simpatía y afinidad mutua entre nosotros; digamos que de instructor a discípulo, o como se quiera llamar, aunque pienso que para no caer en la pura devoción del pasado, deberíamos situar nuestro afecto en el concepto de verdadera amistad.
Su puntualidad era británica. Apenas se escuchó la campanada que anunciaba las medias horas lo vi aparecer al fondo de la plaza. Desde mi elevada cota de observación pude verlo acercarse hacia donde yo estaba, con esa elegancia característica en él. Me vio de lejos, me saludó e instantes después comenzó a ascender por los grandes peldaños de tan gran escalera de piedra. Cuando llegó arriba me levanté de la silla, me acerqué a él, le tendí la mano y correspondió con un saludo formal pasando posteriormente a un afectuoso abrazo fraternal.
- ¡ Hombre J.V...., por ti no pasa el tiempo!.
- ¡ Hola M.A. ..., por ti tampoco!. ¡ Menuda chaqueta de lino blanco que llevas...pareces un lord!
- Vanidades J.V...., vanidades...Son mis pequeños apegos al plano material...
Me miró fijamente como solía hacerlo. Se ajustó mecánicamente sus amplias gafas. Sacó una preciosa pitillera de plata y cogió un cigarrillo. Lo encendió y se sentó a mi lado. Levantó la mano para avisar al camarero, el cual se acercó y tomó nota de lo que mi amigo deseaba. Solía tomar jugos de frutas a estas horas. Me quedé mirando su pitillera plateada, él se percató y me dijo:
- Sé que el tabaco tengo que dejarlo...pero recuerda que para que el cristal de un transistor de germanio puro produzca y conduzca corriente eléctrica debe tener algunos átomos de impureza... éstos son mis átomos...(y sonrió).-prosiguiendo a continuación
- ¿Bueno... qué tal tu viaje de negocios por Galicia? . Ya veo que te desenvuelves bien por aquí.
- Si...,bueno, la verdad es que cuesta abrir nuevos mercados y más cuando se ofrece un producto innovador; pero para mí es un viaje de casi descanso, porque no me han dado una cartera de clientes fija o pactada, sino que en este viaje mi misión consiste en hacer visitas, dar charlas y concienciar, para que en una próxima visita otros o yo hagamos las ventas. No obstante opino que esta zona se la darán a otra persona, yo ya tengo mi propia zona de trabajo..
- ¡Estupendo!. Me alegro por tu optimismo. Ha sido una maravillosa coincidencia que estés aquí en Santiago. Sabes que parte de mi familia procede de Palencia, y esta provincia está relativamente cerca de aquí si la comparamos con tu provincia de procedencia a casi mil kilómetros de distancia.
- ¿Te parece que prosigamos aquella interesante conversación que dejamos a medias en Burgos? – pregunté ávidamente.
- Si tu quieres...
- Me comentaste de tu capacidad para ver el aura. Quisiera saber si existe alguna técnica específica para despertar estos poderes o no. Y por otra parte, ¿es natural en algunas personas?.
- Buenas preguntas J.V., veras..., efectivamente creo que es una capacidad no sólo humana. Se dice que muchos animales la poseen, -muy especialmente los felinos y de éstos parece que el gato siamés es el más dotado; pero mi opinión personal es que estas cosas pertenecen al mundo de Dios, a lo sagrado de las energías y del hombre y por ello no es recomendable que nadie despierte estos poderes con ciertas técnicas conocidas por algunas escuelas de pensamiento. Todo está como debe estar..., me refiero a que un día tu como otras personas tendréis la facultad de ver el aura. Pero dicha visión no es sino una extensión prolongada de la visión física, pero una octava un poco más alta.
- ¿Pero que cualidades son necesarias para que se posea esta facultad tan extraordinaria?
- El alma personal, que es el verdadero maestro interno, decide su momento, en una vida determinada. Recuerda que todo es cíclico y es el legado o herencia para todos los seres humanos, tal como lo expresó sabiamente y proféticamente Jesús en Palestina. Yo diría que lo imprescindible es tener pureza de corazón y otras virtudes afines, para que no nos entrometamos ni alteremos los destinos y vidas de aquellas personas que estudiamos con esta facultad espiritual. Sin embargo, no somos objetivos al cien por cien, ya que percibimos reflejados en los otros algunos de nuestros puntos de vista. Siempre “se cuela” algo de quién estudia el aura ajena, así como las formas de pensamiento que acompañan como cometas a todo ser humano.
- ¿Quieres decir entonces que la fiabilidad del análisis depende de la pureza y sabiduría de quién estudia el aura?
- ¡Así es querido amigo!, Pero no te engañes J.V., el hecho de ver el aura no indica precisamente crecimiento espiritual. Es sólo un facultad etérica, -nada más-. Hay que tener pies de plomo con todo lo que sea metafísico o sobrenatural, tal como reiteradamente lo advirtieron en el pasado Max Heindel y el Maestro D.K:, -entre otros-. Fíate sólo de tu intuición y de tu corazón, ahí en tu interior, en lo más sagrado de ti mismo esta tu Cristo Interno, tu Maestro, tu Dios, que es la única guía segura, y no del interlocutor que tengas enfrente,-yo por ejemplo-, diga lo que te diga o haga lo que haga. Ten presente que mentes poderosas pueden hacer en el plano físico lo que Cristo hizo, -El lo advirtió-. Pero eso no significa nada. Estudia sus obras de altruismo amoroso y no sus interpretaciones escénicas. Ese es un buen criterio para desarrollar el discernimiento, palabra tan traída y llevada, pero siempre... siempre, recuerda en fiarte tan sólo de tu propio Maestro Interno.
Me quedé pensativo, un tanto perplejo. En esos instantes de una ventana abierta del convento cercano parecía salir una melodía, aunque pudiera venir de otro lado. Pregunté a mi amigo y éste señaló que era un conocido tema de Haëndel de su obra El Mesías concretamente: “Chorus: For Unto Us a Child is Born”. Puede que la melodía también pudiera proceder de una boda que en esos momentos se celebraba en la catedral, pero la música parecía envolver a todas las personas que estábamos sentadas en la terraza del bar. Mientras yo cavilaba con estas ideas M.A. me miraba fijamente, un poco más arriba de mí cabeza, como para decirme a continuación alguna cosa. Después de un prolongado instante de silencio expresó:
- A veces cuando hablas de Ellos, de los Grandes del Planeta, de lo que nosotros consideramos como sagrado, ocurre que nos envuelven unas melodías que no sabemos de donde proceden, en otras ocasiones se perciben olores suaves y muy naturales a flores, como la rosa, el lirio, el jazmín..., y cuando anochece y el lugar está un poco oscuro te puedo asegurar querido amigo que veo aparecer una luz indefinida, algo así como una neblina luminosa, parecida a una aurora boreal radiante, y casi imperceptible que nos envuelve a todos los que estamos hablando de Ellos. El universo responde J.V., el universo responde ... te lo puedo asegurar.
Sus últimas palabras habían impactado en mi interior. De nuevo el silencio nos rodeó como confabulándose con nuestros propios ritmos.
Tomé el refresco que permanecía en la mesita . Cogí distraídamente mi vaso alargado, estrecho y cilíndrico y comencé a imprimirle un ligero movimiento de rotación. Me abstraje observando los cubitos de hielo que se golpeaban entre sí e impactaban en el vidrio produciendo un melodioso tintineo, todo lo cual producía en mí un efecto sugestivo y ligeramente hipnótico. Miré a la plaza y reconocí a la anciana que cada día a estas horas daba de comer a las palomas. Todos los días traía una bolsita con migas de pan desmenuzadas para alimentar a las aves, y me sentí furioso recordando las campañas de ciertos políticos demasiado etiquetados que mentían descaradamente hablando de plagas de estas aves para justificar su mezquindad y eliminarlas de las ciudades...¿acaso pretendían una ciudad habitada sólo por piedras y coches ?, ¿qué les quedaría a los niños para jugar...sólo bloques de hormigón..?. Esa anciana hacía caso omiso a estas injusticias contra la vida y aportaba su regalo de vida y amor a otros seres vivos. Me sentí identificado con ella por su especial generosidad... Surgió en esos instantes un pensamiento en mi interior, una pregunta que me hacía cuando la veía cada día...¿por qué los seres humanos no aprendemos de estos ejemplos de vida?... De pronto las palabras de mi amigo me sacaron de mi abstracción.
- ¿Has asimilado todo lo que te he comentado?
Sus palabras me devolvieron a la realidad. Fijé el pensamiento que continuaba vagando y le contesté:
- Sí . Creo que se me van aclarando conceptos y las ideas son más sólidas. Aunque no me has dicho todavía si estas cualidades tienen relación con el despertar de los chakras.
- Evidentemente, así es. Los chakras dan poderes, son ruedas de energía más o menos activas. Tanto los superiores como los inferiores...¿aunque por qué decimos superiores o inferiores... si en el fondo todos son divinos?. Pero hay que tener cuidado en aventurarse y emprender iniciativas osadas sin la guía segura de un instructor. No hay que hacer ejercicios respiratorios para que despierten. El amor y las virtudes, son los que en verdad abren las puertas y los poderes del alma. Y éstos, los chakras, no son sino puertas, de energía, pero puertas en sí mismas... En ocasiones el crecimiento espiritual es doloroso ya que puede que percibamos los verdaderos sentimientos y pensamientos que tu interlocutor tiene con respecto a ti. Puede que te odie; lo ves, lo sabes. Ves que intenta despistar haciéndose el simpático, tal vez disimulando con una forzada sonrisa o dulces palabras, pero el que tiene esta facultad ve la cruda realidad, sea cual fuere. De ahí, por ello, el que se tenga que tener amor incondicional a la humanidad, ¡amar al Todo... y a todos... sin importar cultura, raza o color!
- Ahora puedo ponerme en verdad en tu lugar, con verdadera conciencia y comprender las dificultades de las que me hablaste cuando se te despertaron estas, llamémosle, “cualidades del alma”. Y entiendo también las renuncias que tuviste que hacer para “readaptarte”.
- Veo que entiendes J.V.. Tienes toda la razón. Es más duro de lo que parece a simple vista. No es un juego de niños. Estos dones del espíritu son peligrosos en manos de quién no esté bendecido y purificado por el verdadero amor.
- ¿Purificado por el verdadero amor?...
- Sí, pero no el amor que tu entiendes, afectivo de una pareja o a un ser amado. Me refiero que el alma purifica energéticamente a su ser de expresión, o lo que nosotros conocemos como ser humano externo, pero sólo cuando está preparado. Es un aprendizaje muy duro, pero al fin llega un momento en que se puede confiar en cierta medida con el vehículo físico y los otros vehículos: emocional y mental inferior que anima cada alma. Ante todo se debe superar lo que nosotros denominados: egoísmo del corazón.
- ¿......?
Estas últimas cuestiones no las entendí muy bien, pero no me perdía ni una sola palabra. Trataba de interpretar desde mi perspectiva el significado que podría tener aquello de que me hablaba. Casi podía como darse como un hecho el que las experiencias parecía provocarlas el alma. Esta era la mejor maestra. Bellos pensamientos, correctas acciones y gran amor a toda vida se ve que eran las premisas que toda alma necesitaba como “primeros elementos” para el acercamiento a la forma humana y para el nacimiento del Cristo Interno en lo más sagrado de cada corazón humano.
Mi intento de aproximación a esta realidad mayor, la ruptura del concepto e idea de un dios exterior, en otro lugar, había sido reemplazada por la aceptación, al fin, de que lo que buscaba estaba en mí. En lo mejor de mí, en mis mejores principios y acciones de vida. Ya comenzaba a derrumbarse el antiguo muro de incomprensión de viejas murallas de Jericó que en esta ocasión no saltaron por lo aires por estridentes gritos ni por las troneras de unas gigantescas trompetas. Esas murallas se abrieron por el amor, la tolerancia, el entendimiento, la sabiduría y otras cualidades que empezaban a arraigarse en mi existencia..
- Qué vas a hacer esta noche? – me preguntó mi amigo.
- Después de cenar tenía previsto ir a un recital de música callejero. Creo que esta noche cantarán habaneras, en una de las pequeñas plazas de esta zona histórica de la ciudad.... –a propósito-, ¿Qué te parece si quedamos a eso de las ocho menos cuarto a las ocho delante de la catedral y nos vamos juntos a cenar y después vamos a escuchar esos coros de los que te he hablado?
- Bien... magnífico – asintió mi amigo placenteramente.
- De acuerdo. Entonces nos vemos sobre las ocho donde hemos quedado.
- Hasta la noche.
- Hasta la noche – repetí también con agrado ante lo que prometía ser una velada prometedora e interesante.
Mi amigo se levantó, yo fui a pagar los refrescos. Le saludé mientras se alejaba, tenía que hacer unas llamadas telefónicas a sus familiares y a otras personas. Siempre tenía mucha actividad social.
Cuando recogí el cambio ya estaba a lo lejos. Yo marché en dirección contraria hacia una plaza pequeña de la zona alta de la ciudad a comprar fruta. De camino a la frutería conocida me sentí lleno de vida e iluminación. Saludé jovialmente a la señora de la tienda, compré y me dirigí hacia mi apartamento que quedaba a unos quince minutos de allí caminando sin prisas.
o - o - o - o
La tarde iba transcurriendo sin problemas. Los jóvenes estudiantes que estaban hospedados cuando alquilé la habitación, ya habían abandonado el apartamento; solamente yo permanecía en él. Me habían dejado un piso magnífico. Los dos frigoríficos que se compartían por los estudiantes estaban prácticamente vacíos excepto por mis alimentos. Así que allí podía tener siempre mis provisiones sin que apareciesen manos extrañas que pudieran “extraviar” alguna cosa. La cocina era amplia, daba a un patio interior que se prolongaba hacia un terreno de huerta en una colina trasera a la calle, con varios niveles y terrazas de cultivo. Un arbusto de forma un tanto redondeada colgaba de la pared rocosa que servía de contrafuerte de una de las huertas. Allí en ese arbusto , todos los días se colocaba un ruiseñor que hacía magistrales interpretaciones de todo tipo de trinos que en verdad embelesaban. Jamás antes había tenido la fortuna de ver tan de cerca a un ruiseñor. Y éste se situaba apenas a pocos metros de las cabezas de los propietarios de mi apartamento que vivían en la planta baja. Nadie molestaba al pájaro cantor salvo un gato que aparecía esporádicamente por allí. Cuando el ruiseñor lo veía, cortaba en seco sus cantos y se confundía con el follaje. El felino no podía alcanzar el lugar donde crecía el arbusto porque la pared de piedra era casi totalmente vertical y estaba más allá de los saltos del carnívoro. Por el otro lado crecían unas tupidas zarzas con pinchos que servían de disuasorio natural a las incursiones de los gatos.... Mientras observaba la escena calenté agua en un pequeño cazo de porcelana y me tomé mi habitual té de media tarde y volví a apoyarme en la ventana abierta que daba al escenario antes descrito y también esa tarde me extasió la belleza e inspiración de la madre naturaleza que es pródiga en sus obras si se la deja un tanto tranquila. Miré el reloj, sin darme apenas cuenta ya marcaba las siete. Sin dudarlo me fui al baño para asearme como cada atardecer y refrescarme con otra vital ducha de agua fría. Esa tarde era especial para mí. Finalizado el baño y el afeitado y con ropa limpia me dispuse a salir de la casa a eso de las ocho menos cuarto. Entré en mi cuarto y me rocié con un poco de perfume de Paco Rabanne , suave y varonil que me había regalado la dueña de una perfumería y también de una farmacia en la cual di varias charlas de mis nuevos productos.
Conforme iba subiendo la empinada calle Castron Douro, me asaltó un pensamiento o sentimiento de lejanía un tanto premonitorio. Me vi en otro lugar y con una nueva profesión en el devenir de los años, pero como tantas veces me dije a mi mismo: “J.V., controla tu imaginación..., son sólo sueños, nada más que sueños...”. Días antes había estado leyendo los maravillosos versos de Rosalía de Castro y en cierta medida simpatizaba con la poetisa. Con ese amor a sus tierras, a sus tradiciones, con leyendas un tanto misteriosas y cosas así. Al llegar a lo más elevado de la calle tomé la dirección hacia un pub que conocía y a donde iba a escuchar música y tomar alguna cerveza, se llamaba “Pepa a Loba” , aunque hoy no podría asegurar si tal pub seguiría teniendo el mismo nombre. De allí callejeando me dirigí hacia la puerta principal de la catedral de Santiago situada en la Praza do Obradoiro. Efectivamente allí estaba esperando mi amigo; justo enfrente de la escalera que comunica la plaza con la catedral. Inspiré profundamente como para saborear anticipadamente lo que sin duda sería una nueva noche de conocimiento e iluminación.
Me acerqué a mi amigo que se entretenía estudiando con la mirada la singular belleza arquitectónica de este escenario así como las algodonosas nubes coloreadas por un mortecino sol del ocaso que daban pinceladas de color violeta al más amplio escenario cósmico.
- Hola M.A., ¿llevas mucho tiempo esperando?
- No...Apenas escasos minutos. Ya ves lo cercano que está mi hotel.
- Si..., ya veo lo próximo que está de aquí el Hostal de los Reyes Católicos...¡a propósito!. ¿Te gustó la habitación que reservé para ti?
- Por supuesto. Tiene la belleza sobria que tanto me gusta, así como una exquisitez de trato de todo el personal.
- Me lo imaginaba...¿Te parece que vayamos a cenar la típica comida gallega o prefieres algo diferente?
- Prefiero lo autóctono, sabes que uno de mis pecadillos es la comida. Se que debo moderar mis apetitos, especialmente el de esta hierba olorosa a la cual tengo demasiado apego..., me refiero al tabaco rubio americano.
- Te he comprendido querido amigo. Afortunadamente yo ya superé este tema en mi juventud.
- Me alegro por ti J.V.... ¿entonces vamos a cenar?
- Sí, cuando quieras.
Comenzamos a caminar. A los pocos metros nos adentramos en un túnel que delimita la catedral por uno de sus lados. Dicho túnel comunica con una escalera que une las diferentes cotas del terreno y supera el desnivel de la colina. Ya arriba nos dirigimos a un típico restaurante de la ciudad vieja. En el interior del mismo pedimos lo que deseábamos cenar. Ambos elegimos el típico caldo gallego tan reconfortante, aun cuando por la época y el calor pudiera parecer excesivamente calórico. Antes tomamos unos entrantes de sabrosos mariscos: almejas, vieiras, percebes...cocinados a la usual forma gallega, y un sabrosísimo pulpo a la gallega, bastante picante, acompañado con pimientos de Padrón, todo ello : - exquisito -.
- ¿Te parece que pidamos el típico “vino da terra”? – preguntó mi amigo.
- Bueno... pero creo que es un tanto ácido.
- Puede que no te guste mucho, pero considero que es mejor que El Ribeiro para acompañar ciertos platos. A mí me gusta..., le da más fuego a la digestión de los alimentos. Todo con moderación es positivo, pero siempre controlando tu la situación y no que ésta te controle a ti.
El camarero llegó con una botella de “vino da terra”, el cual sería el apropiado para acompañar el segundo plato según el criterio de M.A.. La descorchó y nos escanció una buena cantidad en las brillantes copas de vidrio reluciente.
La humeante sopa de caldo del primer plato fue sabrosa y riquísima. Para el segundo plato yo había pedido calamares rellenos y M.A, merluza en salsa verde. Cuando nos trajeron este segundo plato ya habíamos saboreado el vino tinto “da terra” cuyo sabor un tanto extraño para mí al principio, no resultó pesado a la larga.
Ya una vez en los postres ambos pedimos el típico queso de tetilla gallego al cual lo acompañamos con nueces y miel, a la manera típica de Burgos.
- ¿Qué tal la cena J.V.?
- ¡Magnífica... realmente excelente!
- Sí, ya veo que te ha gustado. Percibo el especial cariño del cocinero en su trabajo. – Le gusta lo que hace - , y eso se nota J.V., se nota por otras cualidades además del sabor.
- Si tu lo dices... ¿...?
Mi amigo quiso invitarme en esta ocasión, pidió la cuenta y pagó tan exquisito menú. Salimos del restaurante y nos dirigimos a una pequeña plaza donde se ya se habían colocado unas 300 sillas para el concierto de coros de la noche. El escenario y la plaza en conjunto permanecía vacío de gente, excepto algunos caminantes y el guardia de seguridad que cuidaba que no se hurtasen los componentes de los equipos acústicos y las otras cosas. El señor fue muy amable. Nos aconsejó que si deseábamos tener asiento en primera línea lo mejor era sentarse y esperar un buen rato, ya que después de las 22,30 horas la plaza se llenaría como siempre solía ocurrir, ya que el concierto comenzaba a las 23 horas.
Decidimos que el señor tenía razón y nos sentamos en las primeras filas, hablando de cosas efímeras y del buen clima que todavía permitía celebrar estas actividades lúdicas y culturales.
Transcurridas las 22.15 horas, la plaza se fue llenando, poco a poco al principio y con mayor número de personas a partir de las 22,30 horas como había vaticinado el guardia de seguridad.
Unos minutos antes de las 23 horas, se conectaron lo equipos electrónicos de acústica. Se encendieron muchas luces en la plaza y sin ninguna salvedad fueron subiendo los componentes del primer coro de la velada musical. Cuando ya estaban colocados en sus lugares respectivos subió el director del coro. Saludó al público, que le aplaudió efusivamente por ser muy conocido por anteriores veladas musicales, subió al atril y sin más preámbulos comenzó el concierto de habaneras.
Realmente los coros resultaron muy buenos y con mucho talento musical. Cantaron con arte diversas melodías de este género musical, el cual me resultaba un poco anticuado para mi gusto. Sin embargo tenía que reconocer que eso no impidió que llegase a saborear la exquisitez de unas músicas preciosas de otra época, cuando Cuba pertenecía al imperio colonial español.
Finalizaron los cantos corales. Nos levantamos y como la noche acompañaba, decidimos ir caminando hasta el auditorio de música de Santiago, que queda en las afueras de la ciudad vieja; en una zona ajardinada muy hermosa, con colinas redondeadas, árboles, flores y cuidado césped. Todo ello cercano a unas lagunas de agua dulce donde entonces había: cisnes blancos, gansos y patos.
- La noche es estupenda... –expresé con agrado.
- Efectivamente... es una de esas noches que apetece caminar y filosofar un poco sobre la vida y esas circunstancias y hechos no cotidianos... – a propósito- ¿cómo te sientes al estar tan lejos de Valencia..., la añoras?.
- No. En absoluto. Creo que he tenido suerte al venir a Galicia y muy especialmente a Santiago de Compostela. Esto ha permitido que nos hayamos vuelto a encontrar... ¿Tu ya conocías esta ciudad con anterioridad?.
- ¡Sí!. Ya vine en diversas ocasiones. Se encuentra relativamente cerca de Palencia, y cuando dejo a mi madre con su familia aprovecho alguna ocasión para venir a Galicia. Y puedo asegurarte que Santiago es el lugar en el cual suelo quedarme por más tiempo. Sin desdeñar otras ciudades y las preciosas Rías Bajas.
- Tienes razón. Las rías son realmente hermosas. – puntualicé con deleite recordando la belleza de los entornos de esos espacios naturales que había visitado unos días antes.
El tema de la conversación se fue derivando hacia los temas que tanto nos interesaban. Ya situados en ellos le pregunté sobre la tan llevada y traída palabra :” Iniciación.” Quería saber qué era en realidad lo que ocultaba este término un tanto críptico y velado.
- ¿La iniciación?, - buena pregunta J.V., verás...-. En si misma indica el inicio hacia algo nuevo y puede hablarse de ella relacionada con actividades cotidianas, laborales e incluso banales, pero creo que lo que tu quieres saber es qué significa -iniciación- desde el punto de vista metafísico y espiritual, ¿no es así querido amigo?.
- ¡Así es!
- Bien..., entonces deberemos aceptar “a priori” la inmortalidad del alma y la transmigración del principio vida autoconsciente de un cuerpo a otro. Así hasta que en una vida de expresión, en un tiempo determinado y después de sucesivos intentos de acercamiento al alma, o Yo Superior, decide ésta y los Seres Superiores que el discípulo integrado, es decir: el hombre o mujer físicos, se encuentra preparado para una renovación y aportación de energía, conocimiento y poder. Porque son poderes los que se transfieren, no lo olvides nunca J.V.. Poderes que se otorgan a través del alma, que es el verdadero discípulo y no el ser exterior.
- Sigo tus explicaciones... continúa...
- Como te iba diciendo, entonces, en esa vida determinada, se eligen dos padrinos y un hierofante. Todos Ellos son Maestros Ascendidos y Discípulos del Cristo. Seres que antes fueron humanos como tu y como yo. Uno de Ellos te ha observado durante varias vidas y decide apadrinarte, pero siempre y hasta la tercera iniciación es El Cristo quién actúa de Hierofante. El es quién demanda energía y quién pide permiso al Gran Ser, al Padre de los cristianos, para que de El se envíe una evocación o envío de energía muy concreta. El Cristo recibe esa energía, la canaliza en Sí Mismo, aportándole su “peculiar vibración personal” y la reenvía a los dos padrinos presentes quienes canalizan la misma, aportando sus vibraciones particulares antes de transferirla al neófito. Dicha energía podría ser demasiado poderosa, peligrosa e incluso mortal si llegase pura al nuevo iniciado...
- ¿Eso es todo?
- ¿Te parece poco? – se calló, meditó unos instantes y prosiguió a continuación: - Es todo lo que se puede decir sin incumplir el voto de silencio de todo iniciado...
Permanecí en respetuoso silencio ante sus últimas palabras. No pretendí saber más. Entendí que había cosas para las cuales no estaba preparado. Bastante hacía mi amigo en darme todos estos detalles. Entonces recordé sus palabras respecto a la tercera iniciación y le pregunté:
- Me has comentado algo sobre la tercera iniciación, ¿qué es lo que ocurre en ella?.
- Sólo puedo decirte que yo tuve la fortuna de tener la visión personal del Señor de los Días, aunque todavía no he pasado la tercera iniciación..., vi al Iniciador Uno, al Bendito Sanat Kumara... cuando lo vi me postré a sus pies y le dije: Maestro..., El me miró con una mirada que nunca jamás podré olvidar y me respondió: ¡ Levántate M.A...., nadie se postra ante los pies de uno igual!. Me levanté, y me puse a llorar de la emoción.
- ¿Cómo es El?
- Recuerda J.V. que su vehículo más inferior es el cuerpo etérico radiante, no el físico, Hay tantas leyendas que hablan o hablaron de El..., su conocimiento se veló muy especialmente en las leyendas y cuentos de todas las épocas. En especial me gusta ese de las Mil y Una Noches, que le describe como un Príncipe Azul... ya que ese parece ser el tono de su piel, que yo mismo vi, si es que pudiera denominarse piel a la expresión radiante de un Ser tan Perfecto, que posee tantas perfecciones. Parece ser que su raza procede de Venus. Se dice que allí hubo hace millones de años una civilización como hoy hay una aquí en la Tierra. En apariencia es un poco más bajo de estatura que la media de la raza humana...
M.A. se calló. Yo no quise romper este silencio. Caminábamos en total silencio en dirección al auditorio y a los bellos parajes antes descritos donde se ubica este edificio. De pronto mi amigo comenzó a mirar a derecha e izquierda, a ambos lados de la amplia calle. Como haciendo esfuerzos para no romper el sagrado momento en que nos encontrábamos, al fin comentó:
- En estos momentos al hablar del Más Grande del Planeta, toda la vida circundante responde: Hay una luminosidad etérica que nos está acompañando unos 15 ó 20 metros por delante y otros tantos por detrás y así como por ambos lados. Esto que te digo es totalmente cierto.¡lástima que no puedas verlo como yo!...
Apenas acababa de decir estas palabras cuando del fondo de la calle surgieron cuatro hombres, aparentemente parecían jóvenes de unos veintitantos años, pese a la distancia y a la poca luz. Casi diría que su aspecto era un tanto extraño y hostil por su rudo caminar. Pudiendo ir por cualquiera de las aceras laterales se colocaron justo en el centro de la calle como nosotros. Si seguían ese camino chocaríamos ambos grupos. La distancia se fue acortando hasta quedar a unos escasos 50 metros. Ahora sí podía distinguir sus rasgos y actitudes, evidentemente mi primera apreciación fue la correcta. Sin duda, intentaban algo malo. Nos acercamos a una de las aceras laterales de la calle y ellos en la distancia hicieron lo mismo. Por tanto no me equivocaba de su actitud beligerante. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Miré a mi amigo y ambos callados seguimos caminando hacia ellos. Apenas quedaban sino unos pocos metros cuando casi a la distancia de tocar sus cuerpos, hicieron algo insólito. Saltaron a los lados y en direcciones divergentes como si algo o alguien les hubiese dado una potente sacudida eléctrica en la espalda o nalgas. Nos miraron con terror, -esto lo puedo asegurar-. Aceleraron su paso y cuando estuvieron a nuestras espaldas salieron corriendo como si un toro bravo les pisase los talones.... Me sentí aliviado. Mi corazón bombeaba más tranquilo. Miré a mi amigo y éste me dijo:
- ¿Has visto eso?
- ¿Qué si lo he visto?. ¡ Por supuesto que sí!. Te juro que pensé que iban a atacarnos con algún arma y a robarnos.... no pensé tanto en lo del dinero sino en que peligraba mi vida..., nunca me ocurrió algo así.
- Aun sin ver el aura has tenido una apreciación correcta. Algo en ti te ha prevenido.- y matizó a continuación: - Te puedo asegurar que observé sus auras. Eran de un color rojo sanguíneo mortecino y amenazador de muy bajo nivel. Sin ninguna duda nos iban a asaltar. Por otros matices del color intuyo que llevaban intenciones muy, muy negativas con respecto a nosotros..., pero al llegar a pocos metros la energía de bendición del Gran Ser nos ha protegido, - te lo puedo asegurar-, esa Energía ha enviado un mensaje a sus cuerpos y éstos han cambiado, horrorizados su camino. Han visto la poderosa Luz del Maestro de Maestros y el miedo les ha paralizado y aterrorizado.
Pensé que lo que decía podría ser cierto. Sentí ese miedo paralizador cuando esos personajes se acercaron hostilmente a nosotros. Algo en mí me decía que llevaban armas, pero eso no lo podría afirmar.
- Te lo dije J.V., la Luz del Maestro es algo real. Cada vez que hablas de Ellos aparece esta luz. Hoy, sin nosotros quererlo, hemos tenido una muestra práctica de su poder.
Me sentí aliviado y más tranquilo. Llegamos hasta la zona donde se ubica el Auditorio de Santiago y la conversación continuó durante un largo rato. Después regresamos a la ciudad hablando de lo ocurrido. Yo no podía entender ese Poder y ver esa “luz” de la cual hablaba tan expresivamente mi amigo, pero aquel recuerdo me marcó para siempre y todavía, a través de los años, lo llevo en mi corazón.
Hoy, años más tarde de aquellos hechos, en otras circunstancias de vida y ya desaparecido mi gran amigo e instructor, sé un poco más de las cosas del mundo de Dios, que antes de conocerlo. Este gran amigo, M.A., hizo que se me abriesen de par en par las puertas a una nueva realidad, más amplia y definidamente sagrada y eterna. Porque todo lo que enmarca las Vidas de estos “Seres”, es algo que se escapa a nuestro común raciocinio y está muy por encima de lo que podemos imaginar.
o – o – o – o
EPILOGO
Poco queda por narrar de mis experiencias con M.A., pero si es cierto eso de que existe una dimensión más allá de la muerte, denominada Devachán, donde se dice que descansan y recuperan las almas iluminadas; allí estará descansando, sin duda, el alma de mi amigo, hasta una próxima expresión de vida en el plano terreno y físico.
Creo recordar como un lejano eco sus últimas palabras de aliento e instrucción, la postrera vez que le vi en vida:
“ ... Querido amigo..., cree siempre en el Amor, como algo sustancial, real y omnipresente. Sea cuales fueren las circunstancias futuras de tu vida, entorno familiar, personal, económico y social. Llegue a ti la gloria y fama o la desgracia y desdicha. Todo esto es efímero y pasajero. Recuerda que si crees en él, en ese Amor, éste a la larga te bendecirá mucho más de lo que tus más exaltados sueños pudieran imaginar, - ya lo verás-. Ese Amor es el mismo que El Cristo expresó en su máxima pureza, y como bien afirmó el Maestro Amado, comprobarás que éste es el Camino, la Verdad y la Vida...”
“También a ti querido amigo, va el agradecimiento y reconocimiento de mi corazón” .
“IN MEMORIAM”
Abril 2005
Llegué apenas un par de semanas antes. Mi empresa me envió por primera vez a estas tierras y debería estar allí todo el verano, desde mediados de Junio a finales de Septiembre. Alquilé una habitación en la Rua do Sar, cercana a la Colegiata del mismo nombre. Entre mi apartamento y dicha Colegiata existe un puente por cuyos ojos discurre la calle do Sar, que en la parte superior es atravesada por una moderna avenida. Para ir de mi lugar de descanso al casco antiguo tenía que ascender por una empinada calle que termina en la parte alta de la colina, donde se sitúa la zona monumental e histórica. Una vez arriba iba hacia la izquierda hasta un locutorio telefónico, creo que próximo a la Rua do Franco, y por esta calle hasta el edificio de correos. Allí abrí un apartado postal desde el cual enviaba y recibía correspondencia y paquetes. Los fines de semana por la calle referida solía entrar en algunos de los numerosos restaurantes para tomar unos aperitivos y degustar el sabroso marisco gallego. Después de cenar, especialmente los sábados noche, escuchaba las rondallas de la tuna de Santiago que entonces tocaba frente a la biblioteca, cercana ésta a la Praza do Obradoiro. Dicha plaza parece que fue el centro neurálgico de la ciudad en la época medieval, allí se ponían todo tipo de artesanos y hoy en día todavía persiste cierta actividad un tanto lúdica con sus: músicos, titiriteros, gaiteros, mimos, pintores, bohemios y muchos peregrinos de todas las nacionalidades, que sea año santo o no lo sea, llegan caminando a este enclave, dando un toque plástico, colorista y estético al lugar. Sin embargo a mí me gustaba sentarme en la plaza posterior de la catedral, en la Praza da Quintana dos Mortos. De parte a parte de la plaza existe un banco de piedra para que se sienten los peregrinos y todas las personas que así lo deseen. A espaldas de dicho banco existe el edificio de un convento muy conocido: San Paio de Antealtares. Frente a mí veía la catedral, con una curiosa y pequeña puerta tapiada a ladrillos, que creo que era la denominada “Puerta Santa” que se abre los años de Xacobeo, aunque debo admitir que jamás entendí la dinámica de esta peregrinación ni de la liturgia expiatoria. Aunque no soy aficionado a ello, esporádicamente entraba en la catedral, muy especialmente los sábados al mediodía o los domingos, cuando me enteraba que iban a tocar el voluminoso órgano y poner en funcionamiento el Botafumeiro. El espectáculo me sobrecogía un tanto, cuando apoyando mi espalda sobre algún pilar de la catedral, lo notaba vibrar con las notas graves y prolongadas de los tubos gigantescos cuya acústica producían este fenómeno. Pude extrapolarme en el tiempo e imaginar cuales fueron los sentimientos que pudieron aflorar en los peregrinos del pasado, cuyos sentimientos místicos y espirituales les podrían producir una especie de catarsis emocional ya que entonces la sociedad estaba muy polarizada hacia la milagrería y santería. No obstante era una forma de llegar al corazón de aquellas gentes, la mayoría sencillas...
Miré mi reloj, eran ya casi las 12.30 horas de un sábado soleado de Julio. Tuve a bien recordar la maravillosa acogida y recibimiento así como la hospitalidad de todos los vecinos de mi calle, cuando a los pocos días de estar residiendo allí se celebró la noche de San Juan. Como tuve que subir a la zona alta de la ciudad, conforme iba caminando me invitaban a comer sardinas asadas y mariscos diversos, así que una subida de pocos minutos se prolongó en más de una hora y con el estómago a rebosar, -menos mal que aún no había cenado-.. Estos últimos pensamientos afloraron en mi mente porque en esos momentos del mediodía , de la cocina de un bar cercano salían olores a sardinas asadas y también a diversos mariscos. Desde lo silla y mesa exterior del bar que domina la plaza desde lo alto, y justo enfrente de las escaleras que unen los dos niveles de la plaza Da Quintana , estaba esperando un poco nervioso la llegada de mi buen amigo M.A. que días antes cuando le llamé por teléfono a Palencia, me dijo que vendría a saludarme y aprovechar unos días para descansar en Santiago. Como su disponibilidad económica era buena le reservé habitación en el Hostal de los Reyes Católicos , yo sin embargo estaba en un pequeño pero confortable apartamento de estudiantes que pocos días antes se quedó vacío, pero el piso me gustaba. Lo único y verdaderamente importante en esos momentos era que se mantenía y fortalecía un muy alto grado de simpatía y afinidad mutua entre nosotros; digamos que de instructor a discípulo, o como se quiera llamar, aunque pienso que para no caer en la pura devoción del pasado, deberíamos situar nuestro afecto en el concepto de verdadera amistad.
Su puntualidad era británica. Apenas se escuchó la campanada que anunciaba las medias horas lo vi aparecer al fondo de la plaza. Desde mi elevada cota de observación pude verlo acercarse hacia donde yo estaba, con esa elegancia característica en él. Me vio de lejos, me saludó e instantes después comenzó a ascender por los grandes peldaños de tan gran escalera de piedra. Cuando llegó arriba me levanté de la silla, me acerqué a él, le tendí la mano y correspondió con un saludo formal pasando posteriormente a un afectuoso abrazo fraternal.
- ¡ Hombre J.V...., por ti no pasa el tiempo!.
- ¡ Hola M.A. ..., por ti tampoco!. ¡ Menuda chaqueta de lino blanco que llevas...pareces un lord!
- Vanidades J.V...., vanidades...Son mis pequeños apegos al plano material...
Me miró fijamente como solía hacerlo. Se ajustó mecánicamente sus amplias gafas. Sacó una preciosa pitillera de plata y cogió un cigarrillo. Lo encendió y se sentó a mi lado. Levantó la mano para avisar al camarero, el cual se acercó y tomó nota de lo que mi amigo deseaba. Solía tomar jugos de frutas a estas horas. Me quedé mirando su pitillera plateada, él se percató y me dijo:
- Sé que el tabaco tengo que dejarlo...pero recuerda que para que el cristal de un transistor de germanio puro produzca y conduzca corriente eléctrica debe tener algunos átomos de impureza... éstos son mis átomos...(y sonrió).-prosiguiendo a continuación
- ¿Bueno... qué tal tu viaje de negocios por Galicia? . Ya veo que te desenvuelves bien por aquí.
- Si...,bueno, la verdad es que cuesta abrir nuevos mercados y más cuando se ofrece un producto innovador; pero para mí es un viaje de casi descanso, porque no me han dado una cartera de clientes fija o pactada, sino que en este viaje mi misión consiste en hacer visitas, dar charlas y concienciar, para que en una próxima visita otros o yo hagamos las ventas. No obstante opino que esta zona se la darán a otra persona, yo ya tengo mi propia zona de trabajo..
- ¡Estupendo!. Me alegro por tu optimismo. Ha sido una maravillosa coincidencia que estés aquí en Santiago. Sabes que parte de mi familia procede de Palencia, y esta provincia está relativamente cerca de aquí si la comparamos con tu provincia de procedencia a casi mil kilómetros de distancia.
- ¿Te parece que prosigamos aquella interesante conversación que dejamos a medias en Burgos? – pregunté ávidamente.
- Si tu quieres...
- Me comentaste de tu capacidad para ver el aura. Quisiera saber si existe alguna técnica específica para despertar estos poderes o no. Y por otra parte, ¿es natural en algunas personas?.
- Buenas preguntas J.V., veras..., efectivamente creo que es una capacidad no sólo humana. Se dice que muchos animales la poseen, -muy especialmente los felinos y de éstos parece que el gato siamés es el más dotado; pero mi opinión personal es que estas cosas pertenecen al mundo de Dios, a lo sagrado de las energías y del hombre y por ello no es recomendable que nadie despierte estos poderes con ciertas técnicas conocidas por algunas escuelas de pensamiento. Todo está como debe estar..., me refiero a que un día tu como otras personas tendréis la facultad de ver el aura. Pero dicha visión no es sino una extensión prolongada de la visión física, pero una octava un poco más alta.
- ¿Pero que cualidades son necesarias para que se posea esta facultad tan extraordinaria?
- El alma personal, que es el verdadero maestro interno, decide su momento, en una vida determinada. Recuerda que todo es cíclico y es el legado o herencia para todos los seres humanos, tal como lo expresó sabiamente y proféticamente Jesús en Palestina. Yo diría que lo imprescindible es tener pureza de corazón y otras virtudes afines, para que no nos entrometamos ni alteremos los destinos y vidas de aquellas personas que estudiamos con esta facultad espiritual. Sin embargo, no somos objetivos al cien por cien, ya que percibimos reflejados en los otros algunos de nuestros puntos de vista. Siempre “se cuela” algo de quién estudia el aura ajena, así como las formas de pensamiento que acompañan como cometas a todo ser humano.
- ¿Quieres decir entonces que la fiabilidad del análisis depende de la pureza y sabiduría de quién estudia el aura?
- ¡Así es querido amigo!, Pero no te engañes J.V., el hecho de ver el aura no indica precisamente crecimiento espiritual. Es sólo un facultad etérica, -nada más-. Hay que tener pies de plomo con todo lo que sea metafísico o sobrenatural, tal como reiteradamente lo advirtieron en el pasado Max Heindel y el Maestro D.K:, -entre otros-. Fíate sólo de tu intuición y de tu corazón, ahí en tu interior, en lo más sagrado de ti mismo esta tu Cristo Interno, tu Maestro, tu Dios, que es la única guía segura, y no del interlocutor que tengas enfrente,-yo por ejemplo-, diga lo que te diga o haga lo que haga. Ten presente que mentes poderosas pueden hacer en el plano físico lo que Cristo hizo, -El lo advirtió-. Pero eso no significa nada. Estudia sus obras de altruismo amoroso y no sus interpretaciones escénicas. Ese es un buen criterio para desarrollar el discernimiento, palabra tan traída y llevada, pero siempre... siempre, recuerda en fiarte tan sólo de tu propio Maestro Interno.
Me quedé pensativo, un tanto perplejo. En esos instantes de una ventana abierta del convento cercano parecía salir una melodía, aunque pudiera venir de otro lado. Pregunté a mi amigo y éste señaló que era un conocido tema de Haëndel de su obra El Mesías concretamente: “Chorus: For Unto Us a Child is Born”. Puede que la melodía también pudiera proceder de una boda que en esos momentos se celebraba en la catedral, pero la música parecía envolver a todas las personas que estábamos sentadas en la terraza del bar. Mientras yo cavilaba con estas ideas M.A. me miraba fijamente, un poco más arriba de mí cabeza, como para decirme a continuación alguna cosa. Después de un prolongado instante de silencio expresó:
- A veces cuando hablas de Ellos, de los Grandes del Planeta, de lo que nosotros consideramos como sagrado, ocurre que nos envuelven unas melodías que no sabemos de donde proceden, en otras ocasiones se perciben olores suaves y muy naturales a flores, como la rosa, el lirio, el jazmín..., y cuando anochece y el lugar está un poco oscuro te puedo asegurar querido amigo que veo aparecer una luz indefinida, algo así como una neblina luminosa, parecida a una aurora boreal radiante, y casi imperceptible que nos envuelve a todos los que estamos hablando de Ellos. El universo responde J.V., el universo responde ... te lo puedo asegurar.
Sus últimas palabras habían impactado en mi interior. De nuevo el silencio nos rodeó como confabulándose con nuestros propios ritmos.
Tomé el refresco que permanecía en la mesita . Cogí distraídamente mi vaso alargado, estrecho y cilíndrico y comencé a imprimirle un ligero movimiento de rotación. Me abstraje observando los cubitos de hielo que se golpeaban entre sí e impactaban en el vidrio produciendo un melodioso tintineo, todo lo cual producía en mí un efecto sugestivo y ligeramente hipnótico. Miré a la plaza y reconocí a la anciana que cada día a estas horas daba de comer a las palomas. Todos los días traía una bolsita con migas de pan desmenuzadas para alimentar a las aves, y me sentí furioso recordando las campañas de ciertos políticos demasiado etiquetados que mentían descaradamente hablando de plagas de estas aves para justificar su mezquindad y eliminarlas de las ciudades...¿acaso pretendían una ciudad habitada sólo por piedras y coches ?, ¿qué les quedaría a los niños para jugar...sólo bloques de hormigón..?. Esa anciana hacía caso omiso a estas injusticias contra la vida y aportaba su regalo de vida y amor a otros seres vivos. Me sentí identificado con ella por su especial generosidad... Surgió en esos instantes un pensamiento en mi interior, una pregunta que me hacía cuando la veía cada día...¿por qué los seres humanos no aprendemos de estos ejemplos de vida?... De pronto las palabras de mi amigo me sacaron de mi abstracción.
- ¿Has asimilado todo lo que te he comentado?
Sus palabras me devolvieron a la realidad. Fijé el pensamiento que continuaba vagando y le contesté:
- Sí . Creo que se me van aclarando conceptos y las ideas son más sólidas. Aunque no me has dicho todavía si estas cualidades tienen relación con el despertar de los chakras.
- Evidentemente, así es. Los chakras dan poderes, son ruedas de energía más o menos activas. Tanto los superiores como los inferiores...¿aunque por qué decimos superiores o inferiores... si en el fondo todos son divinos?. Pero hay que tener cuidado en aventurarse y emprender iniciativas osadas sin la guía segura de un instructor. No hay que hacer ejercicios respiratorios para que despierten. El amor y las virtudes, son los que en verdad abren las puertas y los poderes del alma. Y éstos, los chakras, no son sino puertas, de energía, pero puertas en sí mismas... En ocasiones el crecimiento espiritual es doloroso ya que puede que percibamos los verdaderos sentimientos y pensamientos que tu interlocutor tiene con respecto a ti. Puede que te odie; lo ves, lo sabes. Ves que intenta despistar haciéndose el simpático, tal vez disimulando con una forzada sonrisa o dulces palabras, pero el que tiene esta facultad ve la cruda realidad, sea cual fuere. De ahí, por ello, el que se tenga que tener amor incondicional a la humanidad, ¡amar al Todo... y a todos... sin importar cultura, raza o color!
- Ahora puedo ponerme en verdad en tu lugar, con verdadera conciencia y comprender las dificultades de las que me hablaste cuando se te despertaron estas, llamémosle, “cualidades del alma”. Y entiendo también las renuncias que tuviste que hacer para “readaptarte”.
- Veo que entiendes J.V.. Tienes toda la razón. Es más duro de lo que parece a simple vista. No es un juego de niños. Estos dones del espíritu son peligrosos en manos de quién no esté bendecido y purificado por el verdadero amor.
- ¿Purificado por el verdadero amor?...
- Sí, pero no el amor que tu entiendes, afectivo de una pareja o a un ser amado. Me refiero que el alma purifica energéticamente a su ser de expresión, o lo que nosotros conocemos como ser humano externo, pero sólo cuando está preparado. Es un aprendizaje muy duro, pero al fin llega un momento en que se puede confiar en cierta medida con el vehículo físico y los otros vehículos: emocional y mental inferior que anima cada alma. Ante todo se debe superar lo que nosotros denominados: egoísmo del corazón.
- ¿......?
Estas últimas cuestiones no las entendí muy bien, pero no me perdía ni una sola palabra. Trataba de interpretar desde mi perspectiva el significado que podría tener aquello de que me hablaba. Casi podía como darse como un hecho el que las experiencias parecía provocarlas el alma. Esta era la mejor maestra. Bellos pensamientos, correctas acciones y gran amor a toda vida se ve que eran las premisas que toda alma necesitaba como “primeros elementos” para el acercamiento a la forma humana y para el nacimiento del Cristo Interno en lo más sagrado de cada corazón humano.
Mi intento de aproximación a esta realidad mayor, la ruptura del concepto e idea de un dios exterior, en otro lugar, había sido reemplazada por la aceptación, al fin, de que lo que buscaba estaba en mí. En lo mejor de mí, en mis mejores principios y acciones de vida. Ya comenzaba a derrumbarse el antiguo muro de incomprensión de viejas murallas de Jericó que en esta ocasión no saltaron por lo aires por estridentes gritos ni por las troneras de unas gigantescas trompetas. Esas murallas se abrieron por el amor, la tolerancia, el entendimiento, la sabiduría y otras cualidades que empezaban a arraigarse en mi existencia..
- Qué vas a hacer esta noche? – me preguntó mi amigo.
- Después de cenar tenía previsto ir a un recital de música callejero. Creo que esta noche cantarán habaneras, en una de las pequeñas plazas de esta zona histórica de la ciudad.... –a propósito-, ¿Qué te parece si quedamos a eso de las ocho menos cuarto a las ocho delante de la catedral y nos vamos juntos a cenar y después vamos a escuchar esos coros de los que te he hablado?
- Bien... magnífico – asintió mi amigo placenteramente.
- De acuerdo. Entonces nos vemos sobre las ocho donde hemos quedado.
- Hasta la noche.
- Hasta la noche – repetí también con agrado ante lo que prometía ser una velada prometedora e interesante.
Mi amigo se levantó, yo fui a pagar los refrescos. Le saludé mientras se alejaba, tenía que hacer unas llamadas telefónicas a sus familiares y a otras personas. Siempre tenía mucha actividad social.
Cuando recogí el cambio ya estaba a lo lejos. Yo marché en dirección contraria hacia una plaza pequeña de la zona alta de la ciudad a comprar fruta. De camino a la frutería conocida me sentí lleno de vida e iluminación. Saludé jovialmente a la señora de la tienda, compré y me dirigí hacia mi apartamento que quedaba a unos quince minutos de allí caminando sin prisas.
o - o - o - o
La tarde iba transcurriendo sin problemas. Los jóvenes estudiantes que estaban hospedados cuando alquilé la habitación, ya habían abandonado el apartamento; solamente yo permanecía en él. Me habían dejado un piso magnífico. Los dos frigoríficos que se compartían por los estudiantes estaban prácticamente vacíos excepto por mis alimentos. Así que allí podía tener siempre mis provisiones sin que apareciesen manos extrañas que pudieran “extraviar” alguna cosa. La cocina era amplia, daba a un patio interior que se prolongaba hacia un terreno de huerta en una colina trasera a la calle, con varios niveles y terrazas de cultivo. Un arbusto de forma un tanto redondeada colgaba de la pared rocosa que servía de contrafuerte de una de las huertas. Allí en ese arbusto , todos los días se colocaba un ruiseñor que hacía magistrales interpretaciones de todo tipo de trinos que en verdad embelesaban. Jamás antes había tenido la fortuna de ver tan de cerca a un ruiseñor. Y éste se situaba apenas a pocos metros de las cabezas de los propietarios de mi apartamento que vivían en la planta baja. Nadie molestaba al pájaro cantor salvo un gato que aparecía esporádicamente por allí. Cuando el ruiseñor lo veía, cortaba en seco sus cantos y se confundía con el follaje. El felino no podía alcanzar el lugar donde crecía el arbusto porque la pared de piedra era casi totalmente vertical y estaba más allá de los saltos del carnívoro. Por el otro lado crecían unas tupidas zarzas con pinchos que servían de disuasorio natural a las incursiones de los gatos.... Mientras observaba la escena calenté agua en un pequeño cazo de porcelana y me tomé mi habitual té de media tarde y volví a apoyarme en la ventana abierta que daba al escenario antes descrito y también esa tarde me extasió la belleza e inspiración de la madre naturaleza que es pródiga en sus obras si se la deja un tanto tranquila. Miré el reloj, sin darme apenas cuenta ya marcaba las siete. Sin dudarlo me fui al baño para asearme como cada atardecer y refrescarme con otra vital ducha de agua fría. Esa tarde era especial para mí. Finalizado el baño y el afeitado y con ropa limpia me dispuse a salir de la casa a eso de las ocho menos cuarto. Entré en mi cuarto y me rocié con un poco de perfume de Paco Rabanne , suave y varonil que me había regalado la dueña de una perfumería y también de una farmacia en la cual di varias charlas de mis nuevos productos.
Conforme iba subiendo la empinada calle Castron Douro, me asaltó un pensamiento o sentimiento de lejanía un tanto premonitorio. Me vi en otro lugar y con una nueva profesión en el devenir de los años, pero como tantas veces me dije a mi mismo: “J.V., controla tu imaginación..., son sólo sueños, nada más que sueños...”. Días antes había estado leyendo los maravillosos versos de Rosalía de Castro y en cierta medida simpatizaba con la poetisa. Con ese amor a sus tierras, a sus tradiciones, con leyendas un tanto misteriosas y cosas así. Al llegar a lo más elevado de la calle tomé la dirección hacia un pub que conocía y a donde iba a escuchar música y tomar alguna cerveza, se llamaba “Pepa a Loba” , aunque hoy no podría asegurar si tal pub seguiría teniendo el mismo nombre. De allí callejeando me dirigí hacia la puerta principal de la catedral de Santiago situada en la Praza do Obradoiro. Efectivamente allí estaba esperando mi amigo; justo enfrente de la escalera que comunica la plaza con la catedral. Inspiré profundamente como para saborear anticipadamente lo que sin duda sería una nueva noche de conocimiento e iluminación.
Me acerqué a mi amigo que se entretenía estudiando con la mirada la singular belleza arquitectónica de este escenario así como las algodonosas nubes coloreadas por un mortecino sol del ocaso que daban pinceladas de color violeta al más amplio escenario cósmico.
- Hola M.A., ¿llevas mucho tiempo esperando?
- No...Apenas escasos minutos. Ya ves lo cercano que está mi hotel.
- Si..., ya veo lo próximo que está de aquí el Hostal de los Reyes Católicos...¡a propósito!. ¿Te gustó la habitación que reservé para ti?
- Por supuesto. Tiene la belleza sobria que tanto me gusta, así como una exquisitez de trato de todo el personal.
- Me lo imaginaba...¿Te parece que vayamos a cenar la típica comida gallega o prefieres algo diferente?
- Prefiero lo autóctono, sabes que uno de mis pecadillos es la comida. Se que debo moderar mis apetitos, especialmente el de esta hierba olorosa a la cual tengo demasiado apego..., me refiero al tabaco rubio americano.
- Te he comprendido querido amigo. Afortunadamente yo ya superé este tema en mi juventud.
- Me alegro por ti J.V.... ¿entonces vamos a cenar?
- Sí, cuando quieras.
Comenzamos a caminar. A los pocos metros nos adentramos en un túnel que delimita la catedral por uno de sus lados. Dicho túnel comunica con una escalera que une las diferentes cotas del terreno y supera el desnivel de la colina. Ya arriba nos dirigimos a un típico restaurante de la ciudad vieja. En el interior del mismo pedimos lo que deseábamos cenar. Ambos elegimos el típico caldo gallego tan reconfortante, aun cuando por la época y el calor pudiera parecer excesivamente calórico. Antes tomamos unos entrantes de sabrosos mariscos: almejas, vieiras, percebes...cocinados a la usual forma gallega, y un sabrosísimo pulpo a la gallega, bastante picante, acompañado con pimientos de Padrón, todo ello : - exquisito -.
- ¿Te parece que pidamos el típico “vino da terra”? – preguntó mi amigo.
- Bueno... pero creo que es un tanto ácido.
- Puede que no te guste mucho, pero considero que es mejor que El Ribeiro para acompañar ciertos platos. A mí me gusta..., le da más fuego a la digestión de los alimentos. Todo con moderación es positivo, pero siempre controlando tu la situación y no que ésta te controle a ti.
El camarero llegó con una botella de “vino da terra”, el cual sería el apropiado para acompañar el segundo plato según el criterio de M.A.. La descorchó y nos escanció una buena cantidad en las brillantes copas de vidrio reluciente.
La humeante sopa de caldo del primer plato fue sabrosa y riquísima. Para el segundo plato yo había pedido calamares rellenos y M.A, merluza en salsa verde. Cuando nos trajeron este segundo plato ya habíamos saboreado el vino tinto “da terra” cuyo sabor un tanto extraño para mí al principio, no resultó pesado a la larga.
Ya una vez en los postres ambos pedimos el típico queso de tetilla gallego al cual lo acompañamos con nueces y miel, a la manera típica de Burgos.
- ¿Qué tal la cena J.V.?
- ¡Magnífica... realmente excelente!
- Sí, ya veo que te ha gustado. Percibo el especial cariño del cocinero en su trabajo. – Le gusta lo que hace - , y eso se nota J.V., se nota por otras cualidades además del sabor.
- Si tu lo dices... ¿...?
Mi amigo quiso invitarme en esta ocasión, pidió la cuenta y pagó tan exquisito menú. Salimos del restaurante y nos dirigimos a una pequeña plaza donde se ya se habían colocado unas 300 sillas para el concierto de coros de la noche. El escenario y la plaza en conjunto permanecía vacío de gente, excepto algunos caminantes y el guardia de seguridad que cuidaba que no se hurtasen los componentes de los equipos acústicos y las otras cosas. El señor fue muy amable. Nos aconsejó que si deseábamos tener asiento en primera línea lo mejor era sentarse y esperar un buen rato, ya que después de las 22,30 horas la plaza se llenaría como siempre solía ocurrir, ya que el concierto comenzaba a las 23 horas.
Decidimos que el señor tenía razón y nos sentamos en las primeras filas, hablando de cosas efímeras y del buen clima que todavía permitía celebrar estas actividades lúdicas y culturales.
Transcurridas las 22.15 horas, la plaza se fue llenando, poco a poco al principio y con mayor número de personas a partir de las 22,30 horas como había vaticinado el guardia de seguridad.
Unos minutos antes de las 23 horas, se conectaron lo equipos electrónicos de acústica. Se encendieron muchas luces en la plaza y sin ninguna salvedad fueron subiendo los componentes del primer coro de la velada musical. Cuando ya estaban colocados en sus lugares respectivos subió el director del coro. Saludó al público, que le aplaudió efusivamente por ser muy conocido por anteriores veladas musicales, subió al atril y sin más preámbulos comenzó el concierto de habaneras.
Realmente los coros resultaron muy buenos y con mucho talento musical. Cantaron con arte diversas melodías de este género musical, el cual me resultaba un poco anticuado para mi gusto. Sin embargo tenía que reconocer que eso no impidió que llegase a saborear la exquisitez de unas músicas preciosas de otra época, cuando Cuba pertenecía al imperio colonial español.
Finalizaron los cantos corales. Nos levantamos y como la noche acompañaba, decidimos ir caminando hasta el auditorio de música de Santiago, que queda en las afueras de la ciudad vieja; en una zona ajardinada muy hermosa, con colinas redondeadas, árboles, flores y cuidado césped. Todo ello cercano a unas lagunas de agua dulce donde entonces había: cisnes blancos, gansos y patos.
- La noche es estupenda... –expresé con agrado.
- Efectivamente... es una de esas noches que apetece caminar y filosofar un poco sobre la vida y esas circunstancias y hechos no cotidianos... – a propósito- ¿cómo te sientes al estar tan lejos de Valencia..., la añoras?.
- No. En absoluto. Creo que he tenido suerte al venir a Galicia y muy especialmente a Santiago de Compostela. Esto ha permitido que nos hayamos vuelto a encontrar... ¿Tu ya conocías esta ciudad con anterioridad?.
- ¡Sí!. Ya vine en diversas ocasiones. Se encuentra relativamente cerca de Palencia, y cuando dejo a mi madre con su familia aprovecho alguna ocasión para venir a Galicia. Y puedo asegurarte que Santiago es el lugar en el cual suelo quedarme por más tiempo. Sin desdeñar otras ciudades y las preciosas Rías Bajas.
- Tienes razón. Las rías son realmente hermosas. – puntualicé con deleite recordando la belleza de los entornos de esos espacios naturales que había visitado unos días antes.
El tema de la conversación se fue derivando hacia los temas que tanto nos interesaban. Ya situados en ellos le pregunté sobre la tan llevada y traída palabra :” Iniciación.” Quería saber qué era en realidad lo que ocultaba este término un tanto críptico y velado.
- ¿La iniciación?, - buena pregunta J.V., verás...-. En si misma indica el inicio hacia algo nuevo y puede hablarse de ella relacionada con actividades cotidianas, laborales e incluso banales, pero creo que lo que tu quieres saber es qué significa -iniciación- desde el punto de vista metafísico y espiritual, ¿no es así querido amigo?.
- ¡Así es!
- Bien..., entonces deberemos aceptar “a priori” la inmortalidad del alma y la transmigración del principio vida autoconsciente de un cuerpo a otro. Así hasta que en una vida de expresión, en un tiempo determinado y después de sucesivos intentos de acercamiento al alma, o Yo Superior, decide ésta y los Seres Superiores que el discípulo integrado, es decir: el hombre o mujer físicos, se encuentra preparado para una renovación y aportación de energía, conocimiento y poder. Porque son poderes los que se transfieren, no lo olvides nunca J.V.. Poderes que se otorgan a través del alma, que es el verdadero discípulo y no el ser exterior.
- Sigo tus explicaciones... continúa...
- Como te iba diciendo, entonces, en esa vida determinada, se eligen dos padrinos y un hierofante. Todos Ellos son Maestros Ascendidos y Discípulos del Cristo. Seres que antes fueron humanos como tu y como yo. Uno de Ellos te ha observado durante varias vidas y decide apadrinarte, pero siempre y hasta la tercera iniciación es El Cristo quién actúa de Hierofante. El es quién demanda energía y quién pide permiso al Gran Ser, al Padre de los cristianos, para que de El se envíe una evocación o envío de energía muy concreta. El Cristo recibe esa energía, la canaliza en Sí Mismo, aportándole su “peculiar vibración personal” y la reenvía a los dos padrinos presentes quienes canalizan la misma, aportando sus vibraciones particulares antes de transferirla al neófito. Dicha energía podría ser demasiado poderosa, peligrosa e incluso mortal si llegase pura al nuevo iniciado...
- ¿Eso es todo?
- ¿Te parece poco? – se calló, meditó unos instantes y prosiguió a continuación: - Es todo lo que se puede decir sin incumplir el voto de silencio de todo iniciado...
Permanecí en respetuoso silencio ante sus últimas palabras. No pretendí saber más. Entendí que había cosas para las cuales no estaba preparado. Bastante hacía mi amigo en darme todos estos detalles. Entonces recordé sus palabras respecto a la tercera iniciación y le pregunté:
- Me has comentado algo sobre la tercera iniciación, ¿qué es lo que ocurre en ella?.
- Sólo puedo decirte que yo tuve la fortuna de tener la visión personal del Señor de los Días, aunque todavía no he pasado la tercera iniciación..., vi al Iniciador Uno, al Bendito Sanat Kumara... cuando lo vi me postré a sus pies y le dije: Maestro..., El me miró con una mirada que nunca jamás podré olvidar y me respondió: ¡ Levántate M.A...., nadie se postra ante los pies de uno igual!. Me levanté, y me puse a llorar de la emoción.
- ¿Cómo es El?
- Recuerda J.V. que su vehículo más inferior es el cuerpo etérico radiante, no el físico, Hay tantas leyendas que hablan o hablaron de El..., su conocimiento se veló muy especialmente en las leyendas y cuentos de todas las épocas. En especial me gusta ese de las Mil y Una Noches, que le describe como un Príncipe Azul... ya que ese parece ser el tono de su piel, que yo mismo vi, si es que pudiera denominarse piel a la expresión radiante de un Ser tan Perfecto, que posee tantas perfecciones. Parece ser que su raza procede de Venus. Se dice que allí hubo hace millones de años una civilización como hoy hay una aquí en la Tierra. En apariencia es un poco más bajo de estatura que la media de la raza humana...
M.A. se calló. Yo no quise romper este silencio. Caminábamos en total silencio en dirección al auditorio y a los bellos parajes antes descritos donde se ubica este edificio. De pronto mi amigo comenzó a mirar a derecha e izquierda, a ambos lados de la amplia calle. Como haciendo esfuerzos para no romper el sagrado momento en que nos encontrábamos, al fin comentó:
- En estos momentos al hablar del Más Grande del Planeta, toda la vida circundante responde: Hay una luminosidad etérica que nos está acompañando unos 15 ó 20 metros por delante y otros tantos por detrás y así como por ambos lados. Esto que te digo es totalmente cierto.¡lástima que no puedas verlo como yo!...
Apenas acababa de decir estas palabras cuando del fondo de la calle surgieron cuatro hombres, aparentemente parecían jóvenes de unos veintitantos años, pese a la distancia y a la poca luz. Casi diría que su aspecto era un tanto extraño y hostil por su rudo caminar. Pudiendo ir por cualquiera de las aceras laterales se colocaron justo en el centro de la calle como nosotros. Si seguían ese camino chocaríamos ambos grupos. La distancia se fue acortando hasta quedar a unos escasos 50 metros. Ahora sí podía distinguir sus rasgos y actitudes, evidentemente mi primera apreciación fue la correcta. Sin duda, intentaban algo malo. Nos acercamos a una de las aceras laterales de la calle y ellos en la distancia hicieron lo mismo. Por tanto no me equivocaba de su actitud beligerante. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Miré a mi amigo y ambos callados seguimos caminando hacia ellos. Apenas quedaban sino unos pocos metros cuando casi a la distancia de tocar sus cuerpos, hicieron algo insólito. Saltaron a los lados y en direcciones divergentes como si algo o alguien les hubiese dado una potente sacudida eléctrica en la espalda o nalgas. Nos miraron con terror, -esto lo puedo asegurar-. Aceleraron su paso y cuando estuvieron a nuestras espaldas salieron corriendo como si un toro bravo les pisase los talones.... Me sentí aliviado. Mi corazón bombeaba más tranquilo. Miré a mi amigo y éste me dijo:
- ¿Has visto eso?
- ¿Qué si lo he visto?. ¡ Por supuesto que sí!. Te juro que pensé que iban a atacarnos con algún arma y a robarnos.... no pensé tanto en lo del dinero sino en que peligraba mi vida..., nunca me ocurrió algo así.
- Aun sin ver el aura has tenido una apreciación correcta. Algo en ti te ha prevenido.- y matizó a continuación: - Te puedo asegurar que observé sus auras. Eran de un color rojo sanguíneo mortecino y amenazador de muy bajo nivel. Sin ninguna duda nos iban a asaltar. Por otros matices del color intuyo que llevaban intenciones muy, muy negativas con respecto a nosotros..., pero al llegar a pocos metros la energía de bendición del Gran Ser nos ha protegido, - te lo puedo asegurar-, esa Energía ha enviado un mensaje a sus cuerpos y éstos han cambiado, horrorizados su camino. Han visto la poderosa Luz del Maestro de Maestros y el miedo les ha paralizado y aterrorizado.
Pensé que lo que decía podría ser cierto. Sentí ese miedo paralizador cuando esos personajes se acercaron hostilmente a nosotros. Algo en mí me decía que llevaban armas, pero eso no lo podría afirmar.
- Te lo dije J.V., la Luz del Maestro es algo real. Cada vez que hablas de Ellos aparece esta luz. Hoy, sin nosotros quererlo, hemos tenido una muestra práctica de su poder.
Me sentí aliviado y más tranquilo. Llegamos hasta la zona donde se ubica el Auditorio de Santiago y la conversación continuó durante un largo rato. Después regresamos a la ciudad hablando de lo ocurrido. Yo no podía entender ese Poder y ver esa “luz” de la cual hablaba tan expresivamente mi amigo, pero aquel recuerdo me marcó para siempre y todavía, a través de los años, lo llevo en mi corazón.
Hoy, años más tarde de aquellos hechos, en otras circunstancias de vida y ya desaparecido mi gran amigo e instructor, sé un poco más de las cosas del mundo de Dios, que antes de conocerlo. Este gran amigo, M.A., hizo que se me abriesen de par en par las puertas a una nueva realidad, más amplia y definidamente sagrada y eterna. Porque todo lo que enmarca las Vidas de estos “Seres”, es algo que se escapa a nuestro común raciocinio y está muy por encima de lo que podemos imaginar.
o – o – o – o
EPILOGO
Poco queda por narrar de mis experiencias con M.A., pero si es cierto eso de que existe una dimensión más allá de la muerte, denominada Devachán, donde se dice que descansan y recuperan las almas iluminadas; allí estará descansando, sin duda, el alma de mi amigo, hasta una próxima expresión de vida en el plano terreno y físico.
Creo recordar como un lejano eco sus últimas palabras de aliento e instrucción, la postrera vez que le vi en vida:
“ ... Querido amigo..., cree siempre en el Amor, como algo sustancial, real y omnipresente. Sea cuales fueren las circunstancias futuras de tu vida, entorno familiar, personal, económico y social. Llegue a ti la gloria y fama o la desgracia y desdicha. Todo esto es efímero y pasajero. Recuerda que si crees en él, en ese Amor, éste a la larga te bendecirá mucho más de lo que tus más exaltados sueños pudieran imaginar, - ya lo verás-. Ese Amor es el mismo que El Cristo expresó en su máxima pureza, y como bien afirmó el Maestro Amado, comprobarás que éste es el Camino, la Verdad y la Vida...”
“También a ti querido amigo, va el agradecimiento y reconocimiento de mi corazón” .
“IN MEMORIAM”
Abril 2005