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domingo, 22 de agosto de 2010

LOS PROMETEOS DE LA NUEVA ERA




-Sostenibilidad, interrelación y hermandad-

Lo que se define como una Era es un período de tiempo de unos 2160 años aproximadamente en el cual nuestro sistema solar y nuestro planeta son influenciados por determinadas “energías cósmicas” debidas al movimiento de precesión planetario con el trasfondo estelar de las Constelaciones del Zodíaco.

Los límites en tiempo preciso que separan una Era Astrológica de otra no son de total exactitud y existe cierta ambigüedad en determinar cuándo empieza un signo y cuándo termina el anterior. Pero si comparáramos esas “características cósmicas” con los patrones psicológicos humanos veríamos las diferencias más concurrentes o sustanciales entre un tipo u otro psicológico humano. Así al igual ocurre en más amplia escala con los patrones universales de eso que conocemos como Constelaciones del Zodíaco y de los cual existe muchos estudios al respecto.

Prometeo
En cuanto a esos hipotéticos mensajeros de los dioses del principio: Ícaro y Prometeo, pudiéramos dejar penetrar la luz que portan, sus características divinas que enmarcarán los parámetros de actuación de la Nueva Era: sostenibilidad, interrelación y hermandad.

Pudiéramos atrevernos a pensar que estas palabras no significan nada para nosotros o que quedan en la más pura abstracción lingüística, ensoñación filosófica o utopía sin fundamento. Pero si retrotayéramos en el tiempo nuestro pensamiento pocas centurias atrás recordaríamos que el mundo prerrevolucionario tampoco entendió el poder implícito que portaban tres humildes palabras: libertad, igualdad, fraternidad… Mirando hoy hacia atrás con sosiego comprenderíamos que fueron el motor que impulsó a la élite filosófica y literaria de la época y que marcó el punto y final del absolutismo monárquico y el nacimiento del individuo, ese nuevo ser humano con plena manifestación de sus potencialidades intelectuales, cognitivas y emocionales. Algo tan simple marcó una época. Nació un mundo más moderno.



Hasta ahora, especialmente en la Era de Piscis pasada, casi todo ha estado influenciado por un poderoso individualismo y singulares “toques” de fundamentalismo devocional e ideológico tanto en el hombre y sus actividades como en los países, así como en la multiplicidad de muchos campos de expresión. Se han tejido y completado muchos cuadros menores en estos dos milenios pasados, pero contemplados desde una perspectiva más elevada han quedado muchos vacíos, partes inconexas, separación y confusión, a la vez que cierta anarquía de movimientos que se hicieron en todos los órdenes: sociales, económicos, políticos, religiosos, educativos…

A la vez que lo anterior pudiera ser contemplado cual si fuera un inconmensurable Puzzle donde las piezas menores que lo componen hubieran sido anárquicamente desordenadas y mezcladas intencionadamente con el fin de confundir al observador, hoy se pretende que ese rompecabezas desordenado y confuso que nos ha tocado por herencia: El Planeta Tierra sea reordenado, colocadas todas las piezas o cuadros menores en su correcto lugar y que merced a los nuevos campos de contacto cercano, de esa nueva visión que ahora está naciendo, que no es sino la interrelación entre las partes, junto con la afinidad o empatía del lugar preciso: hermandad, y dentro de unos criterios de actuación mensurados y sabios: sostenibilidad, el cuadro mayor ofrezca todo el potencial y el color que ocultaba en el aparente desorden anterior.



Grandes mentes ya están comprendiendo que más allá de unos límites las cosas no pueden circular por estos derroteros críticos (defínaseles como se les defina). La bitácora de navegación de la Nao da vueltas alocadamente y no está claro el rumbo a seguir por cuanto el egoísmo dificulta el plasmar el asentamiento o cristalización de lo nuevo en la Tierra, sea de hombre a hombre, como de país a país. Todavía no se quiere aceptar que todo está íntimamente interrelacionado, que la vía de agua de esta Nao que pudiéramos bautizar simbólicamente como la Santísima Trinidad –por evocar tiempos más románticos-, está llenándose de agua acercándose peligrosamente a la divisoria línea de flotación que es el punto de inflexión y de no retorno antes de que se hunda por completo. No podemos ni debemos explotar unos recursos en ciertos lugares porque repercutirá al conjunto y por uno u otro lado penetrarán las aguas del infortunio, del odio y lo humana y ecológicamente sostenible.


Deberíamos considerar al planeta con la visión de esos campesinos consagrados, cuyas tierras están siempre sanas, son año tras año bien cultivadas y aportan nutritivo alimento para ellos mismos como para las sociedades en las cuales les tocó vivir y cuyas explotaciones responden a ese criterio llamado: sostenibilidad. Allí todo está interrelacionado, las actuaciones son correctas en tiempo y modo y, son racionalmente justas y equilibradas. No responden a criterios especulativos y son desde el punto de vista muy humanas pues tienen la capacidad de alimentar a los hombres y a los animales que allí existen. Todo está equilibrado y es sinfónica y plásticamente correcto y armonioso.



Este cuadro menor que acabamos de mostrar deberá extrapolarse a lo mayor, a lo planetario, a las actuaciones empresariales y a la gestión de los recursos de todo tipo en las relaciones internacionales entre países. Nada deberá ser impulsivo y alocado como hasta ahora y que defienda una clase definida en detrimento de culturas indígenas, de recursos forestales selváticos, de minerías destructivas o explotaciones energéticas o industriales que envenenen los mares, los cursos fluviales o el aire de nuestras ciudades…, de todo esto hay muchos ejemplos que ya nadie puede ocultar y que todos podemos ver en los noticieros.



La Nueva Era de Acuario deberá responder al criterio de sensatez de todos para con todos, lo cual implica el nacimiento de esa ambigua expresión llamada: fraternidad o hermandad. Cada uno y cada país tratará de llevar a la práctica en lo que le concierne estos nuevos prometeos que ahora se vislumbran en el luminoso horizonte, esa nueva visión tan esperada: interrelación, sostenibilidad y hermandad.

Si así lo hacemos la abundancia planetaria llegará en forma de bendiciones cual “maná divino” a los hijos de los nietos de nuestros nietos…. Vale la pena creer en ello y soñar en que se cumplirá…





J.V.S. Shana S.