La
meditación implica vivir una vida enfocada cada día y siempre. Esto impone
forzosamente
una indebida tensión a las células del cerebro, porque entran en actividad lascélulas pasivas, y despierta la conciencia cerebral a la luz del alma. Este proceso de
meditación ordenada, cuando se lleva a cabo durante un período de años, complementado por la vida meditativa y un servicio concentrado, despertará exitosamente todo el sistema y pondrá al hombre inferior bajo la influencia y el control del hombre espiritual; además
despertará los centros de fuerza en el cuerpo etérico y estimulará, para entrar en actividad, esa misteriosa corriente de energía que duerme en la base de la columna vertebral. Cuando este proceso sea llevado adelante con cuidado y con la debida protección y dirección y cuando el proceso se extienda durante un largo lapso, se aminorará el peligro y el despertar tendrá lugar en forma normal y de acuerdo a la ley del ser.
No obstante, si la sintonización y el despertar es forzado, o llevado a cabo por ejercicios de distintos tipos, antes de que el estudiante esté preparado y los cuerpos coordinados y desarrollados, entonces el aspirante va directamente al desastre. Los ejercicios de respiración o entrenamiento de pranayama, no deberían emprenderse sin una guía experta y sólo después de años de dedicación, de devoción y servicio espirituales; la concentración sobre los centros que existen en el cuerpo físico (con la intención de despertarlos) debe evitarse siempre, pues provocará el sobre estímulo y abrirá las puertas al plano astral, que el estudiante tendrá dificultad en cerrar. Nunca insistiré demasiado a los aspirantes de todas las escuelas ocultistas que para este período de transición se recomienda la yoga de la intención enfocada, del propósito dirigido, de la constante práctica de la Presencia de Dios y de la meditación regular ordenada, practicada sistemática y constantemente durante años de esfuerzo.
Que
los estudiantes de las escuelas esotéricas se dispongan a realizar un trabajo
firme,
tranquilo
y no emocional. Que se abstengan de horas de estudio y de meditación
prolongadas.
Sus
cuerpos son todavía incapaces de mantener la tensión requerida y sólo se
perjudican a sí mismos. Que lleven vidas normales de trabajo y recuerden, en la
presión de los deberes y servicios
diarios, quiénes son ellos esencialmente y cuáles son sus metas y objetivos.
Que mediten
regularmente cada mañana, empezando con un período de quince minutos, no excediendo
nunca los cuarenta. Que se olviden de sí mismos al servir y que no concentren
su interés sobre su propio desarrollo psíquico. Que entrenen sus mentes con una
medida normal de estudio y aprendan a pensar inteligentemente, de manera de
equilibrar sus emociones y permitirles interpretar correctamente aquello con lo
que entran en contacto a medida que aumenta su percepción y se expande su
conciencia.
Los
estudiantes deben recordar que no es suficiente tener devoción al Sendero o al
Maestro.
Los Grandes Seres buscan colaboradores y trabajadores inteligentes, más quedevoción a Sus Personalidades, y al estudiante que camina independientemente a la luz de su propia alma lo consideran un instrumento en el cual se puede confiar, más que en un fanático devoto. La luz de su alma le revelará al aspirante serio la unidad que subyace en todos los grupos y le permitirá eliminar el veneno de la intolerancia que contamina y obstaculiza a tantos; le hará reconocer los fundamentos espirituales que guían los pasos de la humanidad; lo obligará a pasar por alto la intolerancia, el fanatismo y la separatividad que caracterizan a las mentes pequeñas y al principiante en el sendero, y lo ayudará a amar en tal forma que comenzará a ver con más veracidad y ampliará su horizonte; le permitirá estimar en verdad el valor esotérico del servicio y le enseñará sobre todo a practicar esa inofensividad que es la cualidad sobresaliente de todo hijo de Dios.
La
inofensividad que no pronuncia ninguna palabra que perjudique a otra persona,
que no tiene ningún pensamiento que envenene o produzca un malentendido, y que
no efectúa ninguna acción que pueda herir al más insignificante de sus hermanos
–virtud principal que permitirá al estudiante esotérico hollar sin peligro el
difícil sendero del desarrollo. Cuando se acentúa el servicio al semejante y la
tendencia de la fuerza vital se
exterioriza hacia el mundo, entonces no existe peligro y el aspirante puede
meditar, aspirar y trabajar sin riesgos. Su móvil es puro y trata de descentralizar
su personalidad y apartar de sí mismo el foco de su atención, dirigiéndolo al grupo.
De esta manera, la vida del alma puede afluir a través suyo y expresarse como
amor hacia todos los seres. Sabe que es parte de un todo y la vida de ese todo
puede afluir conscientemente a través de él, conduciéndolo a la comprensión de
la hermandad y de su unicidad en relación con todas las vidas manifestadas.
(Exteriorización
de la Jerarquía, dictado por el Maestro Tibetano, Djwhal Kull., (pág 9-11). La
necesidad de ocultistas entrenados es justamente una urgencia hoy.)
Voy
ahora a pedirles algo práctico. Si quieren recitar cada noche y cada mañana,
las
siguientes
palabras, con todo el deseo de sus corazones y atención mental, su enunciaciónconjunta establecerá un ritmo y un impulso de gran potencia:
Que
las Fuerzas de la Luz iluminen a la humanidad.
Que
el Espíritu de Paz se difunda por el mundo.
Que
el espíritu de colaboración una a todos los hombres de buena voluntad donde
quiera
que estén.
Que
el olvido de agravios, por parte de todos los hombres, sea la tónica de esta
época.
Que
el poder acompañe los esfuerzos de los Grandes Seres.
Que
así sea y cumplamos nuestra parte.
Estas
palabras parecen sencillas, pero "las Fuerzas de la Luz" es el nombre
dado a ciertas
nuevas
Potestades que están siendo invocadas por la Jerarquía en la actualidad, Cuyospoderes pueden ser llevados a una gran actividad en la Luna llena de Wesak si se realiza el
debido esfuerzo. El Espíritu de Paz invocado es un Agente interplanetario de gran Poder, que prometió su colaboración si todos los aspirantes y discípulos pueden colaborar para atravesar la coraza de la separación y del odio que esclaviza a nuestro planeta.
(Tratado
sobre los Siete Rayos, T. II, Pág. 486. Primera estrofa - LA GRAN INVOCACIÓN)
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