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miércoles, 26 de septiembre de 2007

EL JARDIN - (PRIMERA PARTE)





Cuando tenga que enfrentar algún problema, cuando se sienta impulsado por antiguos hábitos mentales que los sabe erróneos, pero ejercen todavía un poder rítmico sobre usted, entonces retírese a su jardín y trabaje allí durante un breve lapso. En el transcurso del tiempo retírese instantáneamente al jardín secreto cuando esté angustiado, pero no permanezca en él mucho tiempo. Esto le ayudará a romper el poder de las antiguas formas mentales...

En las montañas del HIMALAYA me pareció ver una elevada y bella meseta, a la cual se asciende desde el valle por un camino sinuoso, rodeada de altas montañas de este a oeste, con otras más bajas al norte, una ladera escarpada al sur y un sendero que desciende al valle.
Este bello lugar en el luminoso aire de la altitud, fue convertido en un jardín con muros de tipo oriental, de cuatro metros y medio de alto y en cada esquina un pequeño minarete chinesco. Un arroyo corre a lo largo de este jardín, de oriente a occidente, entrando y saliendo a través de arcos y muros y verjas de hierro. Sobre estos arcos enrejados hay pequeños travesaños de piedra que sobresalen del muro, y soportan dos estrechos y curvados puentes chinos de piedra y madera, apoyados en el muro, y con una baranda que da al arroyo. La entrada al jardín está ubicada en medio del muro del lado norte –que es uno de los muros largos-, porque el jardín es más bien largo que cuadrado. Quien se acerca a la entrada verá escritas las palabras: PAZ, DESCANSO, SERVICIO. La puerta es un arco embutido en la espesura del muro, del que cuelga la cuerda de una campana y una luz que alumbra, al oscurecer, las tres palabras.
Al entrar en el jardín aparece una senda en el verde prado, con un ligero declive hacia el arroyo. A más o menos siete metros del sendero hay, a ambos lados, un manzano en flor, cuyas ramas se tocan. Un borde de peonías rojas se extiende desde el manzano, de oriente a occidente, alrededor de cinco metros, terminando en un rosal de fragantes rosas rojas.
El sendero continúa descendiendo por la ligera pendiente del verde prado hasta llegar al arroyo que es de casi cinco metros de ancho, y tiene rocas y helechos y aguas profundas y bajas. Mariposas y pájaros revolotean en él, y hay allí un vado de piedras que conduce a una senda que va a una amplia pagoda de estilo chino, abierta a los costados. En el centro de la pagoda hay una mesa redonda, de madera de la India, y sobre ella una estatua de BUDA que mira hacia la entrada. Ante el Buda hay un cuenco de madera tallada, con incrustaciones de plata, lleno de agua, sobre la cual flota un solitario loto blanco.








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