En los costados abiertos de la pagoda hay ménsulas con flores de suave perfume, RESEDÁ y heliotropo. Un banco circunda toda la pared y el suelo está alfombrado de hierbas orientales. A ambos lados de la entrada hay paneles con anaqueles que contienen rollos y manuscritos esotéricos para consulta. Afuera, cuatro hermosos abetos, dos a cada lado del portal, y pinos detrás de la pagoda, y a lo largo de la extensa senda sureña circunda una arboleda de más de ocho metros de ancho, con árboles nativos de las montañas, cornejos y pequeños robles. A esta arboleda la atraviesa un camino cubierto de piedras, helechos y flores silvestres. Entre dos rocas hay una vertiente, un lugar de reposo y paz para quienes aman los bosques. Aunque no se ve la pradera puede llegarse a ella caminando sobre secas hojas de pino y musgo, dejando atrás la fresca sombra, los pájaros y las tímidas y pequeñas criaturas que a veces nos siguen; luego a cercana distancia de la mitad del camino, entre el bosque y el arroyo, vemos un extenso borde de flores, justo en medio del prado, cubierto de cuanta flor hemos amado, y en cuya policromía y múltiple fragancia no predomina el rojo, porque las peonías y los rosales están al otro lado del arroyo.
Un poco más allá, hacia el lado occidental del prado, donde termina el borde de flores, hay un roble solitario, que parece haberse apartado para un propósito DRUÍSTICO, un árbol joven y bien formado, más alto que los del bosque, debajo del cual hay un banco.
No lejos de allí, entre el roble y el arroyo, hay un estanque de lotos, incrustado en las piedras y también aplanadas y grandes rocas, iguales a las que hay en la orilla del arroyo y en el bosque.
El estanque de lotos está repleto de agua, proveniente de la vertiente del bosque. Quien se sienta en las rocas ve, a una distancia de medio metro, hermosos lotos de diferentes colores.
Pero ambos extremos del jardín son lugares de gran belleza –en el extremo oriental, en ambas orillas del arroyo, hay un macizo de rosas, con parterres que se extienden desde el arroyo en forma de alas, continuando hasta el sendero estrecho y oculto a lo largo del muro oriental, de manera que estando de pie en el abovedado puente de piedra (donde hay en cada extremo plumosos ramos de ondulantes pastos) se ven las alas seráficas de gloriosas rosas, cuyo matiz va desde el más tenue color rosa hasta el amarillo dorado. En la parte occidental del jardín se ven las seráficas alas de los lirios, desde el púrpura del iris al blanco radiante del lirio Madonna. Los arbustos en las extremidades del puente occidental son amarillos y lilas. Una verde enredadera trepa por el muro donde hay rosas trepadoras. Estas alas seráficas de rosas y almácigos de lirios; si bien son grandes, no llegan hasta los dos rincones del jardín; sólo hay árboles, abetos y pinos y tejo japonés, abundando en el rincón sudoeste, donde comienza el bosque. En el rincón noroeste hay únicamente tres altos tejos, así como en el rincón del noroeste. En el del sudeste está la pagoda, con el bosque detrás y al frente los abetos a derecha e izquierda. Al otro lado del arroyo, desde la pagoda y en medio del césped, no muy lejos de la línea oriental de las peonías y el rosal de rosas rojas, hay un banco circular de piedra, llamado el Asiento del Discípulo. Tiene un pequeño sauce y dos pequeñas hayas cobrizas detrás. En cada extremo hay un BOJ inglés a cada lado. Frente al mismo, una roca natural tiene la forma y la altura de una silla, donde se sienta el MAESTRO para hablar a los discípulos.
Un poco más allá, hacia el lado occidental del prado, donde termina el borde de flores, hay un roble solitario, que parece haberse apartado para un propósito DRUÍSTICO, un árbol joven y bien formado, más alto que los del bosque, debajo del cual hay un banco.
No lejos de allí, entre el roble y el arroyo, hay un estanque de lotos, incrustado en las piedras y también aplanadas y grandes rocas, iguales a las que hay en la orilla del arroyo y en el bosque.
El estanque de lotos está repleto de agua, proveniente de la vertiente del bosque. Quien se sienta en las rocas ve, a una distancia de medio metro, hermosos lotos de diferentes colores.
Pero ambos extremos del jardín son lugares de gran belleza –en el extremo oriental, en ambas orillas del arroyo, hay un macizo de rosas, con parterres que se extienden desde el arroyo en forma de alas, continuando hasta el sendero estrecho y oculto a lo largo del muro oriental, de manera que estando de pie en el abovedado puente de piedra (donde hay en cada extremo plumosos ramos de ondulantes pastos) se ven las alas seráficas de gloriosas rosas, cuyo matiz va desde el más tenue color rosa hasta el amarillo dorado. En la parte occidental del jardín se ven las seráficas alas de los lirios, desde el púrpura del iris al blanco radiante del lirio Madonna. Los arbustos en las extremidades del puente occidental son amarillos y lilas. Una verde enredadera trepa por el muro donde hay rosas trepadoras. Estas alas seráficas de rosas y almácigos de lirios; si bien son grandes, no llegan hasta los dos rincones del jardín; sólo hay árboles, abetos y pinos y tejo japonés, abundando en el rincón sudoeste, donde comienza el bosque. En el rincón noroeste hay únicamente tres altos tejos, así como en el rincón del noroeste. En el del sudeste está la pagoda, con el bosque detrás y al frente los abetos a derecha e izquierda. Al otro lado del arroyo, desde la pagoda y en medio del césped, no muy lejos de la línea oriental de las peonías y el rosal de rosas rojas, hay un banco circular de piedra, llamado el Asiento del Discípulo. Tiene un pequeño sauce y dos pequeñas hayas cobrizas detrás. En cada extremo hay un BOJ inglés a cada lado. Frente al mismo, una roca natural tiene la forma y la altura de una silla, donde se sienta el MAESTRO para hablar a los discípulos.
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